Capítulo Final (Desenlace)

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Descargo de responsabilidad: Los personajes de Victorious no me pertenecen.

Capítulo Final

Pov Jade

- ¡Quieta! – Grita Derek sosteniendo el arma contra mi cabeza. Ni siquiera siento miedo por mí, sino por la mujer tirada en el piso. Ignoro cada una de sus amenazas y busco mi celular. Torpemente llamo a emergencias, rogándoles que vengan pronto. - ¡Maldita sea, cuelga o te mato!

- ¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡No me importa! ¡Nada me importa si la pierdo! – Rasgo mi blusa intentado detener la sangre de su pecho. – Mi amor, por favor, abre tus ojitos... - Le ruego incesantemente. La sola idea de perderla me destruye, me perfora el alma. ¿Cómo podría yo vivir sin ella?

- ¡Todo esto es tu culpa! ¡Ella y yo éramos felices! ¡Nara iba a amarme! – Desquiciado brama, Derek. Ni siquiera lo regreso a ver, aun cuando el arma sigue puesta en mi cabeza. Si hubiera querido matarme ya lo hubiera hecho. Él en medio de su locura sabe que la única forma de matarme verdaderamente es arrancándome a Nara para siempre.

Las sirenas se escuchan, y clamo internamente porque se apresuren. – Mi amor, tienes que aguantar, por mí, por tus hijos...no puedes dejarnos, Nara. – Susurro para ella esperando que en el fondo de su mente me esté escuchando. – ¡Mi amor...por favor!

- ¡Ella morirá! – Afirma el desgraciado.

- ¡Cállate, maldito! ¡Cállate! – Iracunda bramo sin despegarme de Nara.

- No seré el único que la extrañe. No seré el único sin su amor. Tú tampoco la tendrás contigo. – Pronuncia enfermamente. Para cuando llegan los paramédicos, él se ha ido.

Nos vamos de inmediato en la ambulancia. Los signos vitales de Nara son casi nulos y la desesperanza y el dolor me envuelven. - ¡Quédate, amor! – Le imploro para que siga luchando. Llegamos al hospital y la ingresan de inmediato al quirófano.

- Señora. La policía está de camino. Al ser una herida por arma de fuego, es necesario dar parte.

- Okey. – Respondo entre lágrimas. Siento que el corazón se me sale por la boca al no tener noticias. Mis manos tiemblan y lloro aún más al ver su sangre en ellas. No aguanto un segundo más y me desmorono cayendo al blanco suelo.

- Señora, por favor, cálmese. – Interviene una enfermera.

- ¡Yo no puedo perderla! ¡Mis hijos y yo la necesitamos! – Confieso con voz estrangulada. Mi celular suena y no tengo fuerzas para contestar. La joven enfermera lo toma y habla con quien supongo es mamá. Le explica dónde estamos, facilitándole la dirección del hospital. Colgando primero, me ayuda a levantarme hasta sentarme en uno de los sillones de la sala.

Busca un té para mí, y me obliga a beberlo. – Tengo que volver a mi trabajo. ¡Cálmese, Señora! ¡No pierda la fe!

Los minutos se me hacen años y no recibo noticias. Mi familia aparece y corren hasta mí, preocupados. - ¡Hija! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

- Mamá, es...es Nara... - Me quiebro desconsolada entre sus brazos. Toda la aflicción que me está agobiando la suelto. Mi madre me abraza ferviente pero nada ayuda a calmar el dolor y el miedo que me están consumiendo.

La policía también se hace presente. Su interrogatorio es severo y atino torpemente a contar los detalles de lo sucedido. Narrar el terror que hemos atravesado solo me lastima más. Solo me hace sentir lo inútil que fui para protegerla. – Es suficiente. Nuestros abogados ya vienen para acá. Trate con ellos. No es el momento para mi hija. – Defiende papá. Agradezco su interrupción porque ahora mismo mi cabeza solo está en Nara.

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