Capítulo 21

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Seungkwan hace mucho tiempo dejó de ser un joven osado, su atrevimiento e intrepidez parecían una imagen gris del pasado, pero esa noche aquel chico salía a flote.

Deseaba avanzar un poco más, seguir abriéndose a ese mundo nuevo de sensaciones tan carnales que sólo el tacto y el cariño de alguien podía despertar. Así que dejó que sus curiosas manos se deslizaran bajo la camiseta del contrario, rozando y delineando cada espacio de piel, mientras los labios de Hansol reclamaban los suyos en un arrebato de pasión.

Algún momento después, cuando Hansol lo torturaba con su lengua, explorando cada rincón de su boca, Seungkwan entendió que ardía de desesperación por tenerlo de una manera más íntima con él.

El menor le mordió el labio inferior, sacándole un leve gemido que en el silencio de la cocina se llegó a escuchar como un deseo innegable.

—Hansol... —Suplicó sin aliento. No fue necesario empezar la oración, el menor entendió.

Entre pausas y leves tropezones, se abrieron camino hasta la habitación del mayor, sin dejar en algún momento que sus labios se separasen.

Seungkwan fue acostado en la cama. Hansol no tardó en posicionarse sobre él, empezando a dejar un camino de besos húmedos sobre el cuello del castaño, subiendo con parsimonia a lo largo de su mandíbula, hasta terminar con desesperación en sus labios.

Hansol se alejó un momento para deshacerse de su camisa y la del mayor.

—Mucha ropa. —La voz ronca de Hansol le mandó placenteros escalofríos. Con un coqueta sonrisa Hansol se inclinó sobre él para desprenderle los pantalones, quedando ambos sólo en ropa interior.

Esta vez los labios de Hansol bajaron por su garganta, trazando un tortuoso camino hacia su estómago.

Sus cálidos labios se detuvieron cerca de uno de sus pezones. Seungkwan contuvo el aliento, y lo dejó salir en un tembloroso gemido cuando la boca de Hansol se cerró alrededor de uno, lamiendo y ejerciendo presión.

Las caricias traviesas y los besos no podían cesar. El deseo y la desesperación burbujeaban en sus corazones, pero aún así Hansol siguió tomándose su tiempo para besar cada parte del torso de Seungkwan, deleitándose al escucharlo jadear, recorriendo con la yema de sus dedos la suave y caliente piel del mayor.

Seungkwan sólo se dejaba hacer, mostrándose a merced de Hansol,  disfrutando de la exquisita cercanía y la intimidad de ambos cuerpos expuestos a distintas formas de lujuria.

Hansol lo estaba besando de nuevo. Su lengua delineando su labio inferior antes de morderlo.

Sintió los dedos de Hansol engancharse en el borde de su bóxer, listo para deshacerse de ello, pero el anhelo y el deseo ardiente fue reemplazado por un escalofrío, su mente siendo bloqueada por viejos recuerdos tras un sólo parpadeo. 

<<Eres un asco. Una abominación. Nadie puede amar a las personas cómo tú. Todo lo que está mal en ti debe ser arreglado>>

Su bóxer se deslizó lentamente por sus piernas. Una mano acariciando muy cerca de su entrepierna. Su respiración se volvió errática. Sintió un peso sobre él nada agradable.

<<Un castigo es lo que necesitas para... >>

Escuchó un sollozo lejano en la habitación. Muy tarde se dio cuenta que era suyo, hasta que tuvo el rostro de Hansol frente a él, sus ojos reflejando extrema preocupación.

—¿Seungkwan? ¿Estás bien? ¿Te lastimé, fui muy brusco, hice algo indebido, yo...? Oh rayos. Debí haberte preguntado antes. Lo siento, lo siento... —Hansol siguió murmurando disculpas sin haber echo nada malo, mientras dejaba suaves besos en su rostro y una de sus manos acariciaba sus húmedos cabellos.

➸ Verkwan 💫 El chico con la sonrisa más hermosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora