Capítulo 14

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Seungkwan estaba de regreso en Jeju. Entró en silencio a la casa, tratando que nadie se percatara todavía de su presencia, debía ser una sorpresa para la familia.

Su abuela tejía cerca del piano, dónde el abuelo solía tocar para alegrar las tardes de los sábados. En esos momentos, con dolor, deseó que el abuelo siguiera vivo para que alegrará su corazón con aquellas melodías mientras con su ronca voz instaba a Seungkwan a cantar.

-Mi niño -Susurró su abuela cuando lo vio entrar a la sala. Con la dificultad que los años le deban, se levantó de la silla para estrechar a su nieto entre sus flácidos brazos -Me hace feliz tenerte aquí de nuevo, saber que estás bien.

Seungkwan se fundió en el abrazo, sus ojos picando con lágrimas que no quería dejar salir. Estar cerca de la paz que su abuela transmitía era sanador. Estar de nuevo en su hogar, luego del estrés de la ciudad y la universidad, era la tranquilidad que tanto ansiaba.

Escuchó el grito de sorpresa de su madre, quien no dudó en abrazarlo con fuerza asfixiante. Fue ahí cuando las lágrimas rodaron por sus mejillas. Él era todo un caos, pero todo se volvía armonía y plenitud cuando tenía a las personas que tanto amaba junto a él.

-Debiste avisarnos que vendrías. Hubiéramos preparado tu comida favorita, avisarle a tus tías y no sé... Hacer algo para recibirte -Dijo su madre, demasiado emocionada.

-Quería que fuera una sorpresa.

-Aún hay tiempo para hacer algo delicioso para que comas -La abuela del joven se encaminó a la cocina -Y no quiero escuchar algo respecto a que estoy mayor y debo estar postrada en un silla descansando.

Seungkwan solo logró reír.

-Vamos a tu antigua habitación, debes desempacar -Quiso agarrar la maleta que tenía el menor pero éste no lo permitió. -Tú padre salió a la tienda a comprar materiales para hacer unas remodelaciones en el cobertizo de la abuela.

El joven asintió mientras seguía a su madre a la vieja habitación que ocupó varías veces cuando era un niño e iban de vacaciones a la isla para visitar a la familia.

El lugar era pequeño pero cómodo, una de las ventanas daba vista al hermoso y bien cuidado jardín de la abuela. La habitación ya no era de color celeste, un suave amarillo cubría las paredes.

Seungkwan sonrió. Luego de todo lo ocurrido en la semana, él necesitaba alejarse de sus problemas. En especial de Hansol, quien a pocos días de volver a encontrarse logró alterarlo de diferentes maneras. Ese fin de semana era para poner en orden sus pensamientos y ver cómo seguir lidiando con quién fue su mejor amigo de la infancia.

También debería llamar a Soonyoung y Seokmin, no les avisó de su repentino viaje y si no les decía a tiempo probablemente les daría un ataque.

-Mira que lindo se ve el atardecer desde aquí -Comentó su madre. La mujer seguía en la puerta, su vista estaba perdida, cómo la de una muñeca rota.

Seungkwan inclinó la cabeza, él nunca había visto esa mirada en su madre.

-Mamá...

-Eras tan tierno y cálido como el atardecer -Interrumpió la mujer, su voz amable se escuchaba distorsionada, algo oscuro ocultándose en ella. -Me agradaba el antiguo Seungkwan, cuando eras feliz, amable, divertido, cuando podías aceptar el cariño sin miedos.

Las palabras de su madre fueron un terrible apretón a su corazón. Un triste recordatorio de la mancha oscura que lo jalaba a lo profundo.

-También extraño a ese Seungkwan -Susurró. Su mirada perdida en el polvoso suelo de madera.

➸ Verkwan 💫 El chico con la sonrisa más hermosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora