-En Arsenio Lupin.
-¡En Arsenio Lupin! Suponer eso equivaldría a admitir su intervención
en el robo.
-Yo la admito. Y más aún: yo la considero como cosa segura.
-Vamos, Ganimard, eso es absurdo, Arsenio Lupin está en la cárcel.
-Sí. Arsenio Lupin está en la cárcel. Está vigilado, le concedo a usted
esto. Pero aunque tuviera grilletes en los pies, las muñecas amarradas
con cuerdas y una mordaza en la boca..., a pesar de ello yo no
cambiaría de opinión.
-¿Y por qué esa obstinación suya?
-Porque solamente Arsenio Lupin tiene talla suficiente para combinar
una maquinaria de esa envergadura, y además combinarla de modo tal
que tuviese éxito..., como, en efecto, lo ha tenido.
-Eso son sólo palabras, Ganimard.
-Pero unas palabras que constituyen realidades. Es inútil andar
buscando subterráneos, piedras que giran sobre una espiga y tonterías
de ese género. Nuestro individuo no empleó en su juego procedimientos
tan anticuados. Se trata de un hombre de nuestro tiempo o, más bien
dicho, del tiempo futuro.
-Entonces, ¿las conclusiones de usted cuáles son?
-Mis conclusiones son el pedirle a usted concretamente autorización
para pasar una hora con él.
-¿En su celda?
-Sí. Al regreso de América, durante la travesía, hemos mantenido
excelentes relaciones, y me atrevo a decir que siente cierta simpatía por
quien logró detenerle. Si puede darme informes sin comprometerse, no
dudará en evitarme un viaje inútil.
Era un poco después del mediodía cuando Ganimard fue llevado a la
celda de Arsenio Lupin. Éste, tendido sobre su lecho, alzó la cabeza y
lanzó un grito de alegría.
-¡Ah, caramba! Esto es una verdadera sorpresa. ¡Ver aquí a mi querido
Ganimard!
-El mismo en carne y hueso.
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Arsenio Lupin, caballero ladrón
Mystery / ThrillerGanimard cree haber cumplido con su mayor cometido: Arsenio Lupin ha sido finalmente arrestado y permanece a buen recaudo en la cárcel de la Santé. Pero es precisamente cuando cree haberlo apresado, que debería desconfiar y estar más atento que nunc...