XVI

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Sin embargo, una tarde de septiembre el cartero se presentó como de
ordinario al extremo del puente. Y conforme a la regla cotidiana, fue el
propio barón quien abrió el pesado batiente. Examinó tan
minuciosamente a aquel hombre, que tal parecía que no conociera
desde hacía ya años aquel rostro campechano, alegre, con sus ojos
maliciosos de campesino; y el hombre le dijo riendo:
—Soy yo, el mismo de siempre, señor barón. No soy otro que hubiera
tomado y vestido mi blusa y se hubiera puesto mi gorra.
—¿Acaso sabe uno nunca? —murmuró Cahorn.
El cartero le hizo entrega de un montón de periódicos. Luego añadió:
—Y ahora, señor barón, hay novedades.
—¿Novedades?
—Una carta…, y además certificada.
Aislado, sin amigos ni nadie que se interesara por él, el barón jamás
recibía carta alguna, e inmediatamente todo ello le pareció un
acontecimiento de mal augurio por el cual tenía motivos para
inquietarse. ¿Quién era aquel misterioso corresponsal que venía a
importunarlo en su retiro?
—Tiene usted que firmar, señor barón.
Firmó, mascullando algo. Luego tomó la carta, esperó a que el cartero
hubiese desaparecido en la vuelta del camino y después de haber
caminado algunos pasos de arriba abajo se apoyó contra el parapeto
del puente y rasgó el sobre. Éste contenía una hoja de papel
cuadriculado llevando como encabezado este manuscrito: «Prisión de la
Santé, París». Luego miró la firma: Arsenio Lupin . Estupefacto, leyó:
Señor barón:
En la galería que une sus dos salones existe un cuadro de Felipe
Champaigne de excelente manufactura y que me agrada sobremanera.
Vuestros Rubens son también de mi agrado, así como el más pequeño de
sus Watteau. En el salón de la derecha anoto el aparador de Luis XIII,
los tapices de Beauvais, el velador estilo Imperio firmado por Jacob y el
armario Renacimiento. En el de la izquierda, toda la vitrina de las joyas
y de las miniaturas.
Por esta vez yo me conformaría con esos objetos, que creo son fáciles de
pasar y transferir. Por consiguiente, le ruego los haga embalar en forma
conveniente y expedirlos a mi nombre (a porte pagado) a la estación
ferroviaria de Batignolles, antes de las ocho… pues de no ser así yo
mismo haré proceder a su traslado durante la noche del miércoles 27 al

Arsenio Lupin, caballero ladrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora