Audrey estaba sentada a la sombra de un árbol escribiendo en su diario.
«Hace unos días empezamos el viaje de regreso a casa», escribió Audrey en su diario. «Desde nuestro viaje en bote, Iverette, Abigail y yo nos estamos llevando mejor».
Audrey dejó de escribir por un momento y alzó la mirada: a lo lejos Abigail e Iverette jugaban con una liebre que pasaba por allí. Ambos reían, viendo divertidos los movimientos del animal.
«Me alegra tener la oportunidad de conocer calas como ellos», continuó escribiendo. «Mi familia me tendrá mucha envidia», pensó Audrey lanzando una pequeña risita. «Además, haberlos conocido hará más fácil mi tarea vacacional».
—¡Hey, humana! ¿Ya descansaste lo suficiente? —gritó Abigail desde la distancia, asustando a la chica, haciéndole soltar su lápiz.
—Ah, sí —dijo Audrey algo asustada.
—Entonces, continuemos —dijo Abigail con voz demandante.
Muy a su pesar, Audrey tuvo que alistar sus cosas y continuar el viaje con los chicos.
«Abigail ha tomado el mando del grupo. Eso me molesta, pero con su carácter no me atrevo a refutarle», pensó Audrey caminando malhumorada detrás de los dos calas.
«Iverette tampoco se queja, es más, desde que Abigail está con nosotros su ánimo ha mejorado y su salud también. No puedo quejarme por eso». Audrey suspiró derrotada.
El trío caminó un par de horas hasta que llegaron a un pequeño pueblo.
—¡Abigail, espera! —dijo Audrey—. No te adelantes tanto.
—Un pueblo humano... —dijo Abigail observando a sus alrededores.
Abigail solía evitar las poblaciones humanas, por lo que no tenía un conocimiento profundo de su estructura y organización. Tampoco de las costumbres y comportamientos humanos, pero desde que conoció a Audrey decidió darse un poco de tiempo para descubrir aspectos de los humanos que podría haber pasado por alto.
—Hola, pequeña. ¿Qué haces por aquí?
Abigail volteó al sentir una mano en su hombro y vio que dos hombres lo observaban sonrientes.
—¿Estás perdida? — preguntó el hombre que lo sujetaba del hombro.
Abigail lo observó sin decir nada por un par de segundos, mientras respiraba profundamente tratando de calmar su molestia. En otras circunstancias, el hombre ya estaría muerto por haber tenido la osadía de tocarlo.
Cuando ya se había calmado, empezó a reírse de los dos hombres, que lo veían confundidos.
—Más perdidos están ustedes que no pueden diferenciarme de una niña —dijo Abigail con su grave e imponente voz.
Los dos hombres empalidecieron al oír la potente voz de Abigail y retrocedieron unos pasos.
—Abigail, ¿por qué no nos esperaste? — preguntó Audrey acercándose junto a Iverette.
Audrey e Iverette se detuvieron al ver a los dos hombres al lado de Abigail. Audrey los vio con atención y lanzó un gritito de sorpresa.
—Oye, Iverette. ¿Esos dos no son los tipos que nos molestaron la vez anterior?
—¿Uh? —Iverette los observó con detenimiento tratando de recordar—. ¡Oh, es cierto! Son los mismos.
Los dos hombres se sobresaltaron. Al parecer también habían recordado aquel incidente, por lo que empezaron a sudar frío.
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En busca de Abigail
Historia CortaHace mucho tiempo, existía un enigmático pueblo al que todos llamaban el "pueblo blanco". Éste desapareció sin dejar rastro tras una gran guerra, quedando como una vieja leyenda. Un día, Audrey, una entusiasta adolescente, conoce a un peculiar chic...