En busca de Abigail

Capítulo final: Nos reencontramos

—¡Hey, Audrey! —llamó una chica—. Nos vemos más tarde en la graduación.

Audrey quien estaba a varios metros de ella, volteó a verla.

—Ah, sí. Nos vemos —dijo moviendo su mano para despedirse y giró para seguir su camino.

Audrey sonrió de oreja a oreja y empezó a caminar por el camino dando brincos y vueltas de tanto en tanto.

—¡Por fin terminé el colegio! ¡Por fin, libertad! —Con cada brinco que daba, el largo cabello de Audrey, recogido con una cinta negra en una media cola, brincaba por los aires—. Ahora podré tomar algún empleo para ayudar en casa.

Pocos minutos después, Audrey llegó a su casa mientras tarareaba una alegre melodía.

—Estoy en cas... —Audrey no completó su oración, ya que la presencia de dos personas sentadas en su jardín la dejó sin palabras.

—Hola, Audrey. Se te ve bien —dijo sonriente una de las personas.

—¡Iverette!

SI Audrey ya se sentía bastante contenta por su graduación, en ese momento sentía que su corazón iba a explotar de tanta felicidad.

—Una promesa es una promesa y hay que cumplirla, ¿no?

—¡Iverette, regresaste! —Audrey corrió hacia donde estaba el chico para poder abrazarlo.

—Sí, ha pasado un tiempo —dijo Iverette riendo al ver la reacción de la chica.

Audrey, emocionada, saltó con fuerza hacia Iverette, quien extendió sus brazos para recibirla, pero el impulso de la chica fue tal que ambos terminaron cayendo al suelo al perder el equilibrio.

Abigail sólo veía la escena sin decir una sola palabra.

—¿Sabes? Yo también estoy aquí —dijo Abigail con su característica voz frunciendo el entrecejo al ver a los dos tirados uno encima del otro.

—¡Abigail, hola! Tanto tiempo sin vernos —dijo Audrey levantarlo el rostro para verlo.

—Lo mismo digo —dijo Abigail sin mucha emoción—. Veo que tienes mucha energía el día de hoy, pero no tienes que tratar así a Iverette.

—¿Eh?

—Audrey, aquí abajo —dijo Iverette moviendo su mano para hacer notar su presencia.

La chica agachó la cabeza y notó que Iverette estaba debajo suyo con su rostro a escasos centímetros de su pecho.

—¡Ah, lo siento mucho, Iverette! —dijo Audrey avergonzada, levantándose lo más rápido que pudo.

—Está bien, no te preocupes —dijo Iverette levantándose sin prisa y arreglándose despreocupadamente la ropa.

—Humana, ¿por qué demorabas tanto? Ya me estaba aburriendo de esperarte —se quejó Abigail.

—Lo siento, pero ¿cómo iba a saber yo que iban a venir justo el día de hoy? —respondió Audrey—. «Además, vienen después de dos años. Eso es un abuso», pensó ella indignada.

—Supongo que tendrás tus cosas listas para viajar, ¿no, humana? —preguntó Abigail impaciente.

—¡Por supuesto que sí! Siempre tenía el equipaje listo para cuando vinieran ustedes —dijo Audrey orgullosa de su precaución.

—Entonces, coge tu maleta y vámonos de una vez —dijo Abigail demandante.

—¡Sí! —dijo Audrey emocionada, obviando el tono agresivo de la voz del chico—. Vuelvo enseguida.