Capítulo 16: Nos quedamos perplejos

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Tras escuchar las duras palabras de su complemento, Iverette quedó impactado y retrocedió un par de pasos mientras trata de asimilar lo ocurrido.

—¿Por qué me dices eso? ¿Qué te ha ocurrido, Abigail? —preguntó Iverette con una voz tan baja que parecía que se lo preguntaba a sí mismo.

—¡Óigame usted! —gritó una enfadada Audrey rápidamente a Abigail.

El calas apenas oyó la voz de la chica, volteó a ver de qué se trataba para ser recibido por una potente bofetada que lo hizo tambalearse ligeramente.

Iverette y Abigail abrieron los ojos como platos ante la sorpresiva acción de la chica

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Iverette y Abigail abrieron los ojos como platos ante la sorpresiva acción de la chica.

—¿Cómo se atreve a decirle eso a Iverette? Él se ha esforzado mucho para encontrarlo, casi muere en el intento —dijo Audrey furiosa e indignada por el comportamiento de Abigail—. Y aún así, se atreve a decirle que no piensa regresar con él e incluso lo hace llorar. ¿Quién se cree que es?

Abigail, a pesar del intenso reclamo, no parecía sentirse intimidado ni arrepentido. Sólo se dedicó a observar a la enojada chica mientras se frotaba la mejilla golpeada.

—Vaya, ¿qué tenemos aquí? Una humana, y una muy irrespetuosa, además. —Abigail dejó de frotarse la mejilla y volcó toda su atención a Audrey—. No sé quien seas, pero no debiste hacer eso. Discúlpate o te pesará.

—No hasta que se disculpe con Iverette primero —dijo Audrey tajante.

—¿Lo conoces? Umm, interesante. —Abigail sonrió perversamente—. ¿Se puede saber quién eres?

—Mi nombre es Audrey, Audrey Criceu. —Se presentó la chica—. Estuve acompañando a Iverette en su viaje mientras te buscaba.

Al oír el nombre de la chica el sereno rostro de Abigail se transformó: sus ojos rebozaban desprecio y odio, y las venas de sus sienes sobresalían en su piel.

—¡¿Audrey?! ¡¿Te llamas Audrey?! ¡¿Cómo te atreves a tomar el nombre del gran Audrey como tuyo?! —gritó Abigail furioso acercándose a la chica y tirándole una bofetada que la hizo caer al suelo, sangrando por la comisura de su labio y derramando lágrimas por el dolor.

Abigail sólo la miraba como si fuera algún tipo de alimaña repugnante.

—¿Cómo es posible semejante insulto al señor Audrey, uno de los tres grandes? —dijo Abigail furioso—. Además, que hayas estado ayudando a Iverette para que pueda encontrarme. ¡Eres realmente desagradable!

Audrey no podía creerlo. ¿Cómo Abigail podía ser tan diferente de Iverette? ¿Cómo podía ser tan agresivo, pensar tan diferente? ¿Era ésta la persona que tanto ansiaba conocer, que Iverette ansiaba tanto encontrar?

—¿Ahora estás llorando? Me das asco, humana —dijo al ver el lamentable estado en que quedó el rostro de Audrey tras un solo golpe suyo—. Iverette, ¿cómo has podido soportar a esta peste durante todo el camino?

En busca de AbigailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora