Audrey, el calas, empezó a contarle sobre el "pueblo negro", una gran concentración de energía negativa que sólo esparcía caos a su alrededor y que estaba en el mundo casi desde el inicio de la vida en el planeta. Los calas los consideraban como sus enemigos, pues rompían la armonía de la creación.
Este pueblo aprovechó la maldad de los humanos para incrementar su poder e influencia, llegando incluso a poseer al Rey del Estado rojo y sembrar en él ideas de guerra y destrucción. Fue así como, azuzado por el pueblo negro, el Rey del Estado rojo le declaró la guerra al Estado amarillo y estalló el conflicto.
—Entonces, ¿esa guerra fue provocada? ¿Todo para que el pueblo negro obtuviera más poder? No puedo creerlo. —Audrey estaba indignada, sus puños temblaban pensando en la cantidad de vidas que se perdieron por un objetivo tan vil.
—Así es. Esa guerra fue para probar el nuevo poder que el pueblo negro había obtenido. Deben haber estado bastante satisfechos, porque después fueron por nosotros: el "pueblo blanco". Aprovechando que un representante del ejército amarillo nos pidió ayuda, nos involucramos en la guerra para poder acabar, de una vez por todas, con la existencia del pueblo negro.
El calas le pidió a Audrey que cierre los ojos una vez más, le dijo que sería mucho mejor si veía los ocurrido con sus propios ojos.
—Iverette, tendrás que perdonarme por tomar parte de tu energía para esto —dijo el calas hablándole al aire.
Audrey cerró sus ojos y un escenario descampado apareció en su mente, poco a poco empezó a aparecer gente. Se dio cuenta que eran soldados, porque llevaban armas y protección. Luchaban con otros soldados que llevaban una armadura diferente. De repente, la escena cambió a un pequeño campamento cerca al mar donde se veía a cuatro personas, su cabello, ojos y vestimenta blanca los delataban como calas, entre ellos estaba Audrey.
—¡Tenemos que usar "eso"! ¡No hay otra opción! —dijo Audrey tratando de imponerse a los demás.
—¡Estás loco! ¡Eso está prohibido! —le respondió un calas de baja estatura que tenía el cabello amarrado en una cola de caballo.
«Yo quería utilizar una habilidad nuestra que nos permitía entrar a la mente de otros y hacerles ver los momentos más desagradables de su vida: una pesadilla estando despierto.»
—¿A esto se refería Iverette cuando dijo que les "destruyeron la mente"? —se preguntó Audrey al oír las palabras del calas.
«Luego de utilizarla, los soldados del ejército rojo quedaron inutilizados y muchos se rindieron en el acto, lo que motivo que el pueblo negro perdiera el interés en ellos y abandonaran los cuerpos de los soldados que habían poseído. Después hice algo bastante arriesgado: me ofrecí como hospedero de toda esa energía para que no pudiera dañar a nadie más.»
—¿Qué estás diciendo? ¿Estás loco? —dijo el calas bajito tomando a Audrey de su túnica y zarandeándolo con fuerza—. Podrías morir si haces eso. Sabes lo que pasaría si eso ocurre, ¿no es así?
El pobre calas esperaba que sus palabras hicieran que Audrey recapacitara sobre lo que estaba tratando de hacer.
—Por supuesto que lo sé. Por eso, no pienso morir aún, Ievon —dijo Audrey quitando las manos del calas de su túnica.
Ievon, el calas bajito, sólo podía oír incrédulo la respuesta de su amigo, parecía que no había forma de hacerlo entrar en razón. Así que sólo pudo observar expectante cómo Audrey incitaba al pueblo negro para que lo poseyera y luego de unos segundos, una gran masa de energía oscura empezó a rodearlo.
Ievon quiso correr para socorrerlo, pero Audrey le pidió que no se acercara y, para sorpresa de Ievon, la gran masa de energía oscura empezó a desaparecer al ser absorbida en el interior del cuerpo de Audrey.
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En busca de Abigail
Short StoryHace mucho tiempo, existía un enigmático pueblo al que todos llamaban el "pueblo blanco". Éste desapareció sin dejar rastro tras una gran guerra, quedando como una vieja leyenda. Un día, Audrey, una entusiasta adolescente, conoce a un peculiar chic...