Audrey e Iverette caminaban por un área llena de campos de cultivo. A diferencia de otros días, Iverette caminaba detrás de Audrey. Sus pasos eran cortos y algo erráticos y cada cierto tramo se detenía para descansar.
—Ya entiendo lo que se siente estar muy enfermo —pensó Iverette mientras se obligaba a sí mismo a continuar para encontrar al esquivo Abigail.
Audrey caminaba en automático. Desde que conversó con el señor Audrey se preguntaba qué podía hacer para ayudar a Iverette. Cada día que pasaba lo veía más y más agotado. A veces pensaba que lo primero que haría cuando encontrara a Abigail sería golpearle por dejar que Iverette llegara a ese estado.
De pronto, un sonido seco, como algo pesado golpeando el piso, se oyó detrás de ella. Al voltear, se asustó al ver a Iverette tirado en el suelo.
—Iverette, ¿estás bien? —Audrey corrió a auxiliarlo.
—Estoy bien. No te acerques mucho, recuerda que no puedes tocarme —dijo Iverette sentándose en el suelo con dificultad—. Lo siento —dijo mirando a Audrey avergonzado.
—¿Por qué te disculpas?
—Así como estoy ahora, soy un estorbo. Cada día caminamos tramos más cortos por mi culpa. Me siento tan cansado.
Audrey miró con lástima a Iverette. Aunque seguía siendo el chico amable que conoció en su pueblo, ahora parecía que tenía la resistencia física de un anciano, tan frágil.
—En verdad, lo siento mucho. Debo estar echando a perder tus vacaciones —dijo Iverette mientras se levantaba con lentitud y se limpiaba la ropa con las manos.
—¡Qué tonterías dices! Gracias a ti estoy pasando las mejores vacaciones de mi vida: conocí a un calas, vi muchas cosas impresionantes y conocí al señor Audrey, y pronto voy a conocer a Abigail —dijo Audrey sonriente dando saltitos y moviendo los brazos en todas direcciones.
—¿En serio? Eso me hace sentir aliviado —dijo Iverette mientras amarraba su cabello en una cola de caballo.
—Pero, tiene que haber alguna manera de que recuperes algo de tu energía.
—La hay, pero es un método que preferiría no utilizar —dijo Iverette en tono serio.
—¿Cómo puedes decir eso? Si no haces algo, no podrás seguir buscando a Abigail —dijo Audrey enojada por las palabras de Iverette. ¿Se iba a poner caprichoso aún cuando estaba tan mal?
—Abigail... Quiero buscarlo, pero no quiero lastimar a nadie para lograrlo.
—¿De qué se trata ese método que mencionaste?
—Debo consumir energía.
—¿Consumir energía? ¿Te refieres a alimentarte?
—Así es.
—Pues entonces es sencillísimo, hay que ir a comer al siguiente pueblo —dijo Audrey, satisfecha con la conclusión a la que había llegado.
—Audrey, aparte de la casa de la anciana, ¿cuántas veces me has visto comer así? —preguntó Iverette desinflando de un pinchazo la idea a la que había llegado Audrey—.Incluso, esa vez tuve que fingir que comía para no ofender a la anciana, perono puedo comer lo que ustedes preparan.
—Es-es cierto. —Audrey se sintió avergonzada por olvidar ese detalle—. Nunca más te vi comer, pero entonces, ¿cómo haces para comer?
—Ya te lo he mostrado una vez.
—¿Ah si? ¿Cuándo? No lo recuerdo —dijo Audrey tratando de recordar.
—¿Recuerdas cuando te mostré lo que le pasó a la flor que toqué?
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En busca de Abigail
Short StoryHace mucho tiempo, existía un enigmático pueblo al que todos llamaban el "pueblo blanco". Éste desapareció sin dejar rastro tras una gran guerra, quedando como una vieja leyenda. Un día, Audrey, una entusiasta adolescente, conoce a un peculiar chic...