Capítulo 10: Nos presentamos

0 0 0
                                    

Audrey estaba confundida. ¿Por qué Iverette le estaba gritando? ¿Había hecho algo mal?

—Lo lamento —dijo Iverette con voz más calmada tras ver la cara de sorpresa de la chica—. Es sólo que estoy algo alterado en estos momentos.

—¿Por qué? ¿Qué fue lo que ocurrió? Sólo recuerdo que trataba de sacarte del agua y luego... No sé qué pasó —dijo Audrey tratando de recordar sin resultado.

—Lo siento, lo hice inconscientemente. ¿Recuerdas que te dije que estaba enfermo?

—Lo recuerdo. Dijiste que, si encontrabas a Abigail te curarías.

—Recuerdas lo que le pasó a tu manta?

—Claro, se desintegró.

—Ahora, observa esto. —Iverette arrancó una pequeña flor del suelo y la rozó con su mejilla—. ¿Ves algo diferente? —preguntó acercándole la flor a Audrey.

—Se ve algo marchita —dijo Audrey viendo que algunos pétalos caían al suelo.

—¿Seguro que eso es lo único que ha cambiado? —preguntó Audrey haciendo girar el tallo entre sus dedos.

—Déjame verla bien. —Audrey cogió la flor y la observó de cerca—. Está seca, tiene la textura de un papel. —Audrey presionó algunos pétalos entre sus dedos y éstos emitieron un pequeño crujido y se deshicieron como papel viejo.

—Eso le pasa a todo lo vivo que toco —dijo Iverette mirándose las manos—. Eso indica que mi enfermedad está empeorando —dijo con gesto preocupado.

—¿Qué dices? ¿Estás empeorando? —Audrey hizo una pausa—. Pero, yo estoy bien. Quiero decir, no terminé como esa flor.

—Pero, estás cansada, ¿no?

—Sí, me siento como si hubiera hecho ejercicio todo el día, pero aparte de eso, estoy bien.

—Si no fuera porque estábamos en el agua y luego de perder la consciencia, me soltaste y empezaste a flotar hubieras terminado como ese pez. —Iverette le muestra un pescado que, clavado en una rama se cocinaba al calor de la fogata—. Este pez me tocó después que te desmayaste y no tuvo la misma suerte que tú. Por cierto, te lo puedes comer para la cena.

—Entonces, tenemos que apresurarnos y encontrar a Abigail —dijo Audrey preocupada—. Pero ¿no hay otra forma? ¿La única forma de curarte es encontrando a Abigail?

—Sí, no hay otra manera.

—¿Por qué? ¿Por qué sólo el puede curarte? —En la voz de Audrey ya no había sólo preocupación, sino también un atisbo de desesperación.

—Es debido a lo que causa mi enfermedad.

—¿Lo que causa tu enfermedad? Y, ¿qué es? ¿Te picó un insecto? ¿Tienes una infección? —preguntó Audrey intrigada. Hasta ahora no se había puesto a pensar en ese detalle. ¿Qué era exactamente la enfermedad de Iverette?

—Nada de eso —respondió Iverette entre risas. El comentario de Audrey le había hecho gracia—. Eso tendría lógica si fuera un ser humano, pero no lo soy. Como ya te dije, cualquier cosa viva que tenga contacto conmigo termina muerta, incluso lo que no se ve. —Iverette lanza un pequeño suspiro—. Lo que me afecta es otra cosa. Mi enfermedad es debido a mi origen —dijo Iverette poniendo una mano en su pecho.

—¿Tu origen? ¿A qué te refieres? —preguntó Audrey llena de curiosidad.

—¿Recuerdas que te dije que después de esa guerra en la que participamos hace siglos, desaparecimos porque sufrimos muchos cambios y dejamos de ser el "pueblo blanco"?

En busca de AbigailDonde viven las historias. Descúbrelo ahora