2. la memoria es frágil, el corazón, no.

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Me separé de él de un salto, aterrorizado. Sentí los latidos de mi corazón acelerarse y la ansiedad subírseme a la cabeza. De pronto me faltaba el aire, sentía un sofoco dentro de esta habitación que nunca antes había experimentado.

Jaemin me miró con sus ojos bien abiertos, denotando confusión.

—¿Todo bien, mi amor? —me preguntó, acercándose a mí otra vez. Sus cejas alzadas y su mano queriendo posarse sobre mi mejilla me hizo saber que estaba preocupado.

Comencé a jadear, de pronto me sentía mareado, y pequeñas gotas de sudor se arrastraron por mis sienes. Acaricié mi pecho, sintiendo el palpitar de mi corazón el cual aún bombeaba con mucha fuerza.

—¿Jeno? —me llamó Jaemin, pero yo lo oía lejano, a pesar de estar a menos de diez centímetros de distancia. Cuando su mano tocó mi piel, fue que volví a la realidad, sintiendo el alma volverme al cuerpo. Pestañeé varias veces, mirando a mi alrededor. Todo había vuelto a la normalidad. Suspiré, aliviado.

—Sí... estoy bien —musité apenas. La voz no me salía, mi cuerpo aún estaba un poco alterado. Bajé la vista y me restregué los ojos, aún respirando con dificultad. Negué con la cabeza, no estaba seguro de mi respuesta. ¿Estaba bien? Lo que vi, ¿qué fue?

—¿Qué te pasó? —inquirió él entonces, bajando su cabeza, como buscando el contacto visual. Mi cuerpo se estremeció cuando sentí su mano envolver la mía, la cual había empezado a temblar. Sus manos volvían a sentirse suaves y firmes, cálidas. Suspiré con alivio otra vez, sí, todo estaba volviendo a la normalidad.

—No lo sé... —repliqué en un susurro, sin alzar la vista todavía—. Creo que es porque estoy un poco cansado... sí, debe ser eso.... —balbuceaba, tratando de evadir la pregunta, más que nada porque no sabía cómo explicárselo. ¿Cómo le decía a Jaemin lo que acababa de suceder? Ni yo sabía qué era—. Creo que mi mente me jugó una mala pasada, es todo.

Sentí su mirada penetrarme por varios segundos. Lo conocía lo suficiente como para adivinar que estaba analizando mi estado y la situación. Lo único que no quería era que ahondase más en el tema... Fue una suerte que no haya sido así.

Tocó mi frente con delicadeza, y después palmeó mis mejillas, chequeando en caso de que estuviese afiebrado. Chasqueó su lengua, y tomando mi mentón con sus firmes dedos, alzó mi rostro para decirme:

—Acuéstate. Necesitas descansar —murmuró en un tono suave.

Posteriormente se levantó del sillón, y tomó mi mano para llevarme al segundo piso, hacia nuestra habitación.

Tiró las sábanas hacia atrás, y yo, obedientemente, me recosté en mi lado de la cama. Jaemin después me tapó con cuidado, acomodando el edredón hasta cubrirme por completo. Lo observé en todo momento, agradeciéndole para mis adentros que siempre cuidara de mí, aunque no fuese estrictamente necesario.

Jaemin se sentó a las orillas de la cama al terminar, mirándome con un semblante serio. Le sonreí con sinceridad, sintiéndome mucho mejor.

—Te amo... —confesé, sin dejar de sonreír ni de mirarlo a los ojos. Jaemin esbozó una sonrisa, y sus lindas mejillas no tardaron en teñirse de un lindo rosado también. Era tan hermoso... Dios, dos años ya y aún provocaba feroces mariposas en mi estómago con el más mínimo acto...

—Yo también —respondió él, poniéndose de pie y acercándose a mí. Depositó un suave beso en mi frente, y después, agregó—: Iré a darme una ducha, que descanses. Buenas noches.

reminiscencia ー norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora