10. "sólo intento protegerte"

1.4K 183 495
                                    




Su nariz enrojecida, sus cejas alzadas y sus ojos preocupados viajando de allá para acá en busca de algo, en busca de mí. Su cabello meciéndose al son del viento, y el repiqueteo de sus zapatos sobre la acera oyéndose cada vez más cercano. Lo vi, acercándose a nosotros como si estuviese viendo una película en cámara lenta. Lo vi, y quedé hipnotizado, como si fuese mi primera vez viéndolo, enamorándome de él al instante, a pesar de que tengo su rostro más que memorizado y que lo tengo conmigo desde hace casi tres años.

—Mierda —oí a Renjun mascullar—. Tengo que irme, pero volveré, tú sólo espérame, ¿sí? —su voz sonó irritada y al mismo tiempo dulce, como si no quisiese demostrarme que estaba molesto.

Iba a despedirme de él, pero justo entonces, Jaemin se planta delante de mí, apoyando sus manos sobre sus rodillas como si estuviese a punto de caerse. Una gota de sudor le recorrió todo el rostro y se detuvo en su barbilla, para luego caer sin más remedio al suelo, dejando una grande mancha en la acera color gris.

—¿Qué haces aquí afuera? —me preguntó sin aliento. Su pecho subía y bajaba con rapidez, y el sudor sobre su pecho había transparentado un tanto su camisa blanca—. ¡Te he estado buscando como loco por todos lados! —exclamó, irguiéndose y cruzándose de brazos. Su ceño fruncido y el volumen con el que expresaba sus palabras me daba a entender que estaba alterado. Comprendía su molestia, aunque, si era sincero, a mí también me mosqueaba un tanto el hecho de que estuviese armando un alboroto por una insignificancia como esta.

Tuve un impulso por ponerme de pie y gritarle del mismo modo en el que él lo estaba haciendo conmigo, mas lo único que salió de mis labios fueron estas sumisas palabras:

—Necesitaba un poco de aire... estar tanto tiempo encerrado no me hace bien. —Contesté casi en un susurro, como si tuviese miedo de que Jaemin me golpease por mis osadas palabras.

—Para eso tienes el patio de casa —chasqueó su lengua, molesto—. Es gigante, la casa es enorme para que puedas entretenerte todo lo que quieras. Allá en casa tienes todo lo que precisas, ¿para qué necesitas salir? —empuñé mi mano al sentir la rabia recorrer mis venas. Quería responderle de mil maneras, decirle que ya no sabía qué pensar acerca de él, exigirle que me contara la verdad, que me dijera por qué todos saben quién soy menos yo mismo, quería.... Quería muchas cosas, y me frustraba no saber cómo expresarlas sin titubear en el intento—. Es peligroso aquí, ¿te imaginas te pasa algo? No sabes nada del mundo... eres demasiado inocente como para andar por ahí, Jeno. —Ablandó el tono de su voz para ahora usar el mismo tono dulce de siempre—. Sólo quiero cuidarte, ¿sí? No me hagas preocuparme así...

No lo miré. No me atrevía a dirigirle la mirada porque, sabía que, si lo hacía, me largaría a llorar de la impotencia. No porque estaba molesto con él, sino porque yo era un inútil. Un bueno para nada. Ni siquiera para conocerme servía. No sé nada de mí, no sé cuáles son mis gustos, mis disgustos. No sé para qué vivo, no sé para qué sirvo más que para traer problemas no sólo a las personas de a mi alrededor, sino que a mí mismo, sobre todo a mí mismo. Empezaba a pensar que todo esto era inútil, que ya no hay un sentido para seguir con vida, a menos que pueda tener las respuestas acerca de mi pasado, pero, si no soy capaz de encontrar la respuesta, o peor aún, no soy capaz de soportar la verdad, ¿qué haría luego? Creo que la única manera de salir de este suplicio era quitar el problema de raíz: yo mismo.

—Vámonos a casa, ¿sí? Ya es tarde... —me susurró, ofreciéndome la mano. Yo lo observé, viendo cómo sus ojos me miraban con amor, cómo brillaban cual par de estrellas en el firmamento.

Desistí. No podía enfrentarme a él, no podía no dejarme llevar por su amor inefable, por su preocupación, por el amor que me tenía.

Tomé su mano y entrelacé nuestros dedos. Jaemin dio unos pasos, pero yo tuve que detenerme al ver algo pegado en el asiento de la banca. Era un post-it amarillo, y escrito en él tenía unos símbolos que no alcanzaba a ver.

reminiscencia ー norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora