El pulso acelerándoseme, elevando mi temperatura y la velocidad en la que la sangre corría por mi torrente sanguíneo. El sudor en mis sienes se manifestaba en pequeñas gotas frías. Las lágrimas fueron liberadas, tanta era la tensión que sentía en mi cuerpo que era inevitable que el llanto viniera en mi búsqueda para salvarme de aquel ataque de pánico en el que me estaba viendo envuelto.
De pronto comencé a unir cabos, aunque ninguna historia tuviera algún tipo de relación a la otra, haciéndome sentir como si estuviese cayendo en un profundo abismo, alimentando mi adrenalina, elevando mis niveles de pánico y ansiedad. Y, en medio de todo aquel alboroto interno en donde podía predecir mi muerte inminente, oigo mi nombre ser llamado a las lejanías. Me giro en dirección del origen de aquel sonido, y me percato que no me habían llamado desde lejos, sino desde muy cerca, específicamente a menos de dos metros de distancia.
—¡Jeno! —me llamó. Yo me sobresalté, pegando un pequeño saltito en mi lugar que, milagrosamente, me desprendió de mi trance. Sin embargo, al ver su rostro tan lindo y etéreo, los efectos en mi organismo se intensificaron. La sangre me corrió a mucha más velocidad, mi corazón a bombear con mucha más fuerza, y mis ojos se abrieron de la impresión al ver la persona que se encontraba frente a mí.
¿Renjun? ¿Por qué estaba Renjun aquí? ¿Y por qué estaba vestido de traje?
—Jeno, ¿qué pasa? —me preguntó. Yo cerré mis ojos al sentir el tacto de su mano sobre mi brazo, y al abrirlos, la imagen cambió. Su color de cabello cambió a negro, su sonrisa ya no era dulce, sino que brillante. Y cuando vi con más claridad, me reparé en que aquel no era Renjun, sino Jaemin.
Los efectos se intensificaron, pero no por haberlo visto, sino por la histeria que me provocó ver su rostro tan cerca de mí, con una sonrisa que ahora, por algunas razones bastante obvias, se me hacía cínica.
Me extrañé, sintiendo un gusto amargo en mi boca, como de decepción. Quizás mi corazón, en el fondo, deseaba que Renjun hubiese venido a mi rescate.
La sensación de extrañeza se quedó plasmada en mi pecho, haciéndome recordar a la primera vez que sucedió algo parecido, cuando todos estos cuestionamientos y todo este caos comenzó, cuando la primera pregunta surgió: «¿Por qué antes del accidente no hay nada?» fue el primer error que cometí, el cual conllevó a una serie de cuestionamientos e impulsos que no pude controlar ya más, y que ahora me encuentro hundido en una tortura en la que yo mismo me introduje.
Volví a la realidad. Jaemin seguía mirándome, esta vez con un rostro de preocupación. Intenté recomponerme, aunque mi mente seguía adherida a aquel momento psicótico.
Mi mente me había jugado una mala pasada, otra vez.
—Sí, perdón —respondí, distraído. Cerré el computador y asentí varias veces con la cabeza, forzando una pequeña sonrisa para que Jaemin me creyera. No sé si lo hizo, sus ojos denotaban inquisición, pero no decidió seguir indagando, lo que me aliviaba.
Jaemin, entonces, se aleja de mí y se mete al cajón de mi velador, sacando el envase con las píldoras. Lo abrió y lo agitó un poco hasta que cayó por fin una pastilla. Me la entregó junto a la botella que reposaba sobre mi mesita.
—Son más de las seis, se supone que debes tomarte tus pastillas a las tres. —Me regañó. Y recibí ambas cosas y me tomé el medicamento en menos de dos segundos, dejando la píldora sobre mi lengua y luego tragándome un chorro de agua. Cerré la botella y la dejé sobre el escritorio, sintiéndome, sorpresivamente, más en calma.
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reminiscencia ー norenmin
Fanfiction"El doctor dijo que después del accidente era normal tener este tipo de anomalías. Lo diagnosticó como Amnesia Retrógrada, y eso significaba asumir que, quizás nunca, podré volver a recuperar mi pasado. Sin embargo, tenía a Jaemin quien me cuidaba...