7. jeno sí es jeno.

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Si se te fuera otorgada la oportunidad de escoger, ¿qué elegirías?

Figuremos, entonces, la siguiente afirmación: Dos manos se presentan delante de ti. Una sostiene sobre su palma una pastilla azul, y la otra, una roja. La azul te permitiría olvidar tus recuerdos y comenzar de nuevo con una hoja en blanco, y la roja quedarse con el pasado escrito y seguir con tu vida, pero teniendo todos aquellos buenos y malos recuerdos arraigados a tu memoria, carcomiéndote el cerebro hasta, finalmente, llegar a la inminente muerte.

¿Cuál escogerías?

La pastilla azul es tentadora, ¿no? Claro que sí. Cualquiera con algo de lo que arrepentirse tomaría la primera opción casi sin pensarlo, pues sería como volver a nacer y, por lo tanto, empezar todo desde el punto de partida. Sin embargo, si se empieza todo de nuevo sin tener idea de los errores y logros pasados, el camino será igual de difícil, los errores serán los mismos, y al final, nuestro deseo habrá sido tan tonto y paradójico que perderá por completo su sentido.

Los recuerdos son tan esenciales como el mismo vivir, como el latido de nuestro corazón, como el aire que entra y sale de nuestros pulmones. Los recuerdos son lo que nos convierte en nosotros, los que nos hace seres únicos e inigualables, porque, absolutamente todos, tienen una línea de tiempo distinta y, por ende, una personalidad y visión de mundo propia, que ningún otro ser podrá equiparar.

Aunque, ¿qué pasa si la primera opción se nos es concedida sin nosotros haber tenido el libre albedrío de escoger?

Como Jeno.

Jeno no tuvo la culpa de haber perdido sus recuerdos. Jeno no escogió resolver su vida con una hoja en blanco, ni mucho menos, escogió volver al punto de partida. Se sumió en un pozo sin fondo, en un vacío lleno de ambigüedad que él por sí solo no puede resolver, y que, lastimosamente, su entorno tampoco posee la empatía para ayudarlo.

Jeno perdió sus recuerdos, perdió su esencia, perdió su felicidad, su tristeza, sus logros, sus fracasos, sus errores. Perdió hasta su personalidad, y hasta el momento todo lo que es de él no es nada más que una construcción a base de terceros. Jeno no es Jeno. Lo único que queda de él es su apariencia, la cual también pareció perderse en aquel abismo de recuerdos olvidados.

Lo único que le queda de su pasado es aquella sensación fría de unas manos tocándole, ese olor cítrico como a limón impregnarse en sus fosas nasales, y esa sensación suave sobre su piel cada vez que esos delicados dedos lo tocaban, y que aún no era capaz de adivinar de quién se trataba. 






La puerta se cerró, y Jaemin entró, quitándose primero los zapatos y cambiándoselos por sus cómodas pantuflas negras. Se veía ajetreado; el bolso que colgaba de su hombro flotaba en el aire, el cuello de su camisa estaba desabotonado y su diestra sostenía la corbata deshecha. Su cabello estaba un poco desordenado, y cuando alzó su vista y me sonrió, vi el cansancio en sus ojos. Me entristecí. Él trabajaba mucho y yo no hacía nada en casa más que volverme loco viendo cosas que no son (¿o que sí?)

reminiscencia ー norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora