13. mentiras.

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Me quité la ropa con furia y la dejé tirada en el piso. Eché el edredón hacia atrás y me refugié dentro de él, creyendo que así podría alejarme de la realidad por unos minutos. Solté un gran suspiro al encontrarme en medio de la oscuridad, y sólo entonces, tuve el valor de dejar caer un par de lágrimas.

No entendía lo que sucedía conmigo. Me sentía como si me hubiese partido en dos: una parte de mí sentía miedo, tristeza y ansiedad al no comprender lo que sucedía a mi alrededor, mas, la contraparte, pensaba totalmente lo contrario: sentía rabia, ira, y si no fuera por el miedo que domina la parte anterior, ya habría explotado y lo hubiese volcado todo por la rabia que me inundaba.

Seguía cuestionándome, ¿por qué? ¿Por qué Jaemin me había agredido así? ¿Por qué yo reaccioné de esa manera? Jamás, nunca, en ningún momento, había intentado herirlo, ni manipularlo, mucho menos me había enojado con él. Siempre había sido tranquilo, sumiso, porque, después de todo, no tenía derecho a enojarme con la persona que me lo había dado todo cuando yo no tuve nada.

Dejé que las lágrimas se derramaran y que los sollozos se escaparan para poder liberar la tensión que se acumulaba en mi cuerpo. El calor y la oscuridad que había dentro de las sábanas sedó mi catarsis, y de un momento a otro, me quedé dormido. Mis ojos se abrieron a las horas después, cuando la noche ya había avanzado, la ciudad estaba en silencio, y Jaemin dormía plácidamente a mi lado.

Sentí el nudo apretarme la garganta al verlo. Sus ojos estaban cerrados, y su rostro estaba frente a mí, como si me hubiese estado observando. Sus manos estaban juntas, sosteniendo su cabeza. Su pecho subía y bajaba con lentitud. Lo observé por unos segundos, y los ojos se me anegaron en lágrimas. Se suponía que lo amaba, que nos amábamos, ¿no? ¿Por qué sucedió todo esto entonces?

Posé mi mano sobre su cabeza, sintiendo sus cabellos contra mi tacto. Removí su flequillo, revelando su frente, y después, lentamente, acaricié su mejilla con mi pulgar. Tenía lagañas en sus lagrimales; él también había llorado. Seguramente Jaemin estaba tan afectado como yo. Oh, mierda, ¿a qué hemos llegado? Me arrepiento tanto... Él sólo estaba preocupado por mí, no tenía razones para molestarme con él. Actué mal, y creé problemas a base de ninguna razón congruente.

Seguí acariciando su mejilla, tragando saliva constantemente para reprimirme y no soltar ningún sollozo. Y es que, después de todo, me dolía esta situación. Sigo cuestionándome el cómo llegamos a este punto, si de verdad los problemas que causé fueron tantos que derivaron en horribles consecuencias.

Suspiré, dándome cuenta de que aún amaba a Jaemin, pero que me comportaba como la mierda con él. Lo único que había hecho es herirlo innumerables veces, cuando él me cuidó y amó incondicionalmente sin yo pedírselo. Si es que, al final, el verdadero problema no era Jaemin ni Renjun, era yo. Yo tenía la culpa de todos los problemas que han ido apareciendo con el tiempo. Culpa mía por ser tan curioso, culpa mía por provocarle dolores de cabeza a Jaemin cuando él lo único que quería era protegerme.

Mi único deber era agradecerle por ese amor y generosidad, no andar indagando en cosas de mi pasado que, quizás por muchas razones, me lo ha querido ocultar. Y sí, claro que estaba agradecido con él, porque yo sé que todo esto lo hace para protegerme, para cuidarme, porque también me ama, sin embargo, había una sensación dentro de mí que era extraña, inefable, que me era imposible de explicar con palabras exactas. Y es que, amaba a Jaemin con todo mi corazón, con toda mi alma, no obstante, últimamente Renjun me hacía sentir mucho mejor, más... vivo.

Me tapé la boca para ahogar el pequeño sollozo que quiso escapárseme de los labios. Las lágrimas me estaban empapando la cara, y el nudo en mi garganta era tan fuerte que ya casi no podía soportarlo. La culpa empezaba a carcomerme por dentro, podía sentir cómo me iba pudriendo paulatinamente, desde el primer momento en el que nuestra relación se quebró. Oh, ¿qué hacía ahora?

reminiscencia ー norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora