La cabeza seguía dándome vueltas como si hubiese estado dentro de un carrusel por mucho tiempo. Mis piernas temblaban, por lo que debía de hacer un esfuerzo casi sobrehumano para mantenerme de pie. La punzada en mi cabeza se agudizaba cada vez que los recuerdos se esclarecían más, haciéndome sentir que en cualquier momento pudiese explotar ya sea por el dolor, o por las heridas que los retazos de vidrio me habían provocado.
Jaemin me quedó mirando como si estuviese viendo a un adefesio, con los ojos a punto de salirse de sus órbitas.
—Renjun tenía razón... Renjun tenía razón... —farfullé al sentir cómo mis pensamientos comenzaban a fluir a mil por hora.
—¿Puedes recordar? —musitó. Sus cejas se alzaron, dando un paso atrás al ver cómo me acercaba con paso inseguro pero decidido a él.
Las lágrimas me aguaron los ojos al ver su rostro, al darme cuenta de que todo este tiempo fui engañado por sus mentiras, de que todo este tiempo estuvo mintiéndome. Mintiéndome por tres años seguidos...
Sus ojos sobre mí perpetuaban mis recuerdos, haciéndolos más vívidos. Si no fuera consciente de que las imágenes que recorrían mi mente en aquel momento eran recuerdos, juraría que estaba viviéndolas, de que eran tan reales que se hacían tangibles.
Podía vernos de pequeños, Jaemin diciéndome «¡Debemos recrear esta foto cada diez años!» Refiriéndose a aquella foto que aún conserva en donde mi nombre está mal escrito y le juraba amistad eterna, a pesar de que a los años después me abandonara y no volviera a saber de él nunca jamás.
—Prometo que no me olvidaré de ti. Y cuando vuelva, volveremos a ser amigos, ¿sí? —la voz de Jaemin se oía distinta en esta escena, tanto su rostro como su voz se percibían más infantiles. Su cabello en ese tiempo era de un suave color rosa que resaltaba sus finas facciones.
—No te vayas... —dije yo, con un nudo en la garganta y las lágrimas deslizándose por mis ojos con dolor. Jaemin no borraba la sonrisa de su rostro ni aun viéndome llorar.
La razón de mi llanto no era a causa de él, no era tan sólo porque se iría lejos de mí por un tiempo, no era por el miedo a perderlo, sino que sabía que, cuando se fuera, se iría también mi única fuente de protección, mi única base de felicidad que me alejaba y distraía momentáneamente del infierno que tenía que vivir en casa.
—Prométeme que no me olvidarás. ¡Apenas vuelva iré a buscarte! —exclamó mientras se acercaba al coche y agitaba su mano a modo de despedida.
Y cumplió con su promesa, pero no de la manera en la que esperé.
Podía ver sus ojos penetrándome desde las lejanías, su presencia detrás de mí cada vez que me encontraba solo. Quería creer que esto sólo se tratase de recuerdos falsos, pero eran tan lúcidos que era imposible que no fuesen reales. Podía percibir la ansiedad recorrerme el cuerpo al ver a Jaemin caminar tras de mí cada vez que estaba solo. Podía percibir sus ojos cerca de mí en todo momento: en clases, en casa, en la calle, en el patio de la escuela. Y aquello me hacía cuestionarme: ¿Por qué jamás volvió a acercarse a mí en aquel tiempo, como me lo había prometido?
—¿Por qué...? —Mis cuerdas vocales apenas y podían sacar un mínimo volumen de voz con mucho esfuerzo—. ¿Por qué nunca me fuiste a buscar cuando más lo necesité...?
—No, Jeno... —replicó él en un jadeo. Se giró en mi dirección, manteniéndose estático, tieso. Podía advertir el temblor de sus manos.
—La pasé muy mal, Jaemin... ¿Por qué cuando volviste no viniste a buscarme?
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reminiscencia ー norenmin
Fanfiction"El doctor dijo que después del accidente era normal tener este tipo de anomalías. Lo diagnosticó como Amnesia Retrógrada, y eso significaba asumir que, quizás nunca, podré volver a recuperar mi pasado. Sin embargo, tenía a Jaemin quien me cuidaba...