4. la nada.

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No pude dormir durante toda la noche. Apenas pegué un ojo, y es que me vi sumido en un fuerte insomnio que no me dejó tranquilo durante toda la madrugada. Recuerdo haber cerrado los ojos para dormir, y después, abrirlos cuando aún era de noche. El sueño entonces se disipó como una suave brisa, y no me di cuenta cuando, luego de mucho pensar, el amanecer comenzó a alzarse sobre el cielo.

Intenté cerrar mis ojos y dormir al menos hasta que Jaemin se levantara para ir a trabajar, pero no pude. Mi cuerpo se rehusaba a descansar. La ansiedad me había carcomido todo el sueño y el cansancio por todas las preguntas que no han dejado de formulárseme en la cabeza desde hace ya bastante tiempo.

Empezaba a frustrarme. Me frustraba hacerme una pregunta, y después abrir otra, y luego otra y otra, y no poder encontrarle la respuesta a ninguna. Me frustraba no saber nada más que lo que veo en mi presente, me frustraba ver cómo todo a mi alrededor se sentía tan inquieto y tranquilo a la vez, como si supieran lo que estoy pensando, y no me dijesen la verdad por mera crueldad.

Sólo quería saber qué era de mí hace más de dos años atrás. Quería saber quién era, a quién conocía, si era feliz, o infeliz, si al menos estaba vivo. Quería saber que tenía una vida, no tener la sensación de que sólo nací hace dos años, y de que mi novio es una de las reducidas personas que conozco.

La alarma de Jaemin me asustó, desprendiéndome abruptamente de mis pensamientos y ocasionando que pegara un pequeño salto de la cama. Cerré mis ojos para hacerme el dormido. Le estaba dando la espalda, por lo que él no tendría ni idea que, en realidad, me quedé más de la mitad de la noche con los ojos bien abiertos producto del insomnio.

Oí las sábanas moverse y adiviné que se estaba estirando en la cama. Dio vuelta el teléfono y la alarma dejó de berrear, volviendo todo a un silencio sepulcral que me llevaba inquietando hacía unas horas. Antes, quizás, me habría traído calma, pero la sensación ha sido el completo opuesto desde hace un par de días.

Sentí, entonces, sus manos calientes envolverme la cintura, y su cabeza esconderse dentro de mi cuello, provocándome cosquillas.

—Buenos días —susurra con voz ronca, pegándose más a mí. Puedo notar la sonrisa en su rostro y sus ojos aún cerrados al estar recién despertando. Hacía esto casi a diario, y no me estaba quejando. Es más, mi más grande deseo es poder tenerlo así por mucho, mucho tiempo.

—Buenos días —repliqué yo, arrastrando mis palabras con pereza—. ¿No vas a levantarte? —dije al tomar mi teléfono y ver que se había despertado diez minutos tarde; faltaban quince minutos para las siete.

—No quiero —ronroneó, frotando su nariz contra mi cuello y abrazando mi cintura con firmeza—. Quiero quedarme así toda la mañana, contigo.

Sonreí. Podía ser tan cursi a veces... y me encantaba.

—Tienes que trabajar... —reproché en un murmullo.

—Si me besas, probablemente te haga caso —bromeó, sin quitárseme de encima.

Me giré para verlo, y apartándole los cabellos de la cara, besé su frente con suavidad. La sonrisa en Jaemin fue instantánea, y me miró, abriendo sus ojos.

Me devolvió el beso en los labios, y sin decir nada más, se levantó por fin. Se zafó del amarre de las sábanas y abrió las cortinas, dejando que el amanecer entrara hacia nuestra habitación, y después, salió para dirigirse al baño.

Aproveché para levantarme yo también, después de todo, no es como si pudiese seguir durmiendo luego de todo el insomnio que me dio durante la noche.

reminiscencia ー norenminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora