12. Futuros años escolares y Los profesores de Defensa contra las artes oscuras

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Al terminar la tarde y comenzada la noche, Severina Snape estaba agotada.

Enseñarle a Arlene Mulciber era agotador. Explicar la misma cosa por octava vez, casi le hace tirarle el libro por la cabeza a la rubia.

La azabache entendía que no era un tema fácil para todos y que no había muchas personas que comprendiera la complejidad que venía con el arte de las pociones.

Con ello en mente y el hecho que le estaban pagando por eso, fue lo que la hizo poder terminar, con una muy alegre rubia que ya podía entender el porque de cada ingrediente en la poción que realizaron la anterior clase.

Recibió la oferta de ir acompañada con la sangre pura, pero declinó cortésmente sabiendo que no toleraría a la chica ni un minuto más, si lo hacía.

A pesar de todo, su tiempo en la biblioteca no duró mucho después de ver que ya se estaba acercando la hora para ir a cenar.

Saltarse una comida no era bueno con el niño, dos sería suicidio.

Con suspiro resignado guardo sus libros y camino a la salida, en dirección del gran comedor.

•••

En su camino, se topó con Regulus, quien mostraba una gran sonrisa de orgullo al verla llegar.

Severina  se acercó al chico con fastidió por su expresión de triunfo.

Era obvio que creía que había ganado algo, con no tener que ir a buscarla para que ella despegará sus manos de los libros y viniera por si misma.

"No empieces."

Escupió con firmeza dando una mirada helada. A la cual, la Slytherin pudo ver que el niño parecía ya haberse acostumbrado, cuando lo vio resoplar una risa.

"No dije nada."

Entonó Regulus tras negar con la cabeza con una sonrisa divertida.

"Con tan sólo ver tu rostro, se lo que está pasando por tu mente."

Habló para después empezar a caminar a él comedor, seguida del pelinegro.

"Oh, no me habías dicho que sabías legeremens."

Lo escucho bromear tras suyo.

Legeremens.

Legeremancia.

Había leído sobre esa extraña magia con que se podía explorar los pensamientos y emociones de una persona.

Era algo que muchos de los libros tomaban como algo horrible si no se hacía con el permiso de a quien estaba dirigido. En esos casos la práctica se consideraba ilegal.

Fue unas de las razones por la que Severina, se interesó más en la oclumancia. La contraparte de la legeremancia era, no sólo una forma de detener a la otra, si no que podía logran llegar a una forma de controlar sus propias emociones para que estas no afectará a su magia.

Pero que el niño con el que pasaba el tiempo supiese sobre ello la inquietan un poco, por su naturaleza en desconfiar en las personas.

"¿Sabes legeremancia?"

Pregunto parando un poco su caminar, dejando a Regulus, que iba unos pasos más atrás, la alcanzará.

"Es algo de sangre pura, el enseñar lo básico de legeremancia y oclumancia antes de entrar al colegio."

Explicó con una expresión parecida al disgusto, por decirlo.

"Oclumancia."

Repitió volviendo a andar.

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