14. Nervios del encuentro y Contratos mágicos.

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Los nervios de Remus por ver a la animaga, lo estaban comiendo, desde que llegó a sentarse a la mesa.

Las palabras que diría comenzaron ser ensayadas.

Tenía que ser cortes para no provocar la furia de la Slytherin, ya que iba a encontrarse con ella sólo.

Volviendo a la gran pelea que tuvieron sus tres amigos con la serpiente, y que al final el tuvo que unirse para que no terminarán más heridos, le hizo darse cuenta de lo peligrosa que podía ser ella.

Y claro que también estaba el hecho de que podía transformarse en una felina con colmillos que te podían partir el cuello.

Puede que todavía no tuviera todos sus recuerdos, pero ese que había surgido muy recientemente, no se iba.

Ella había gruñido de una forma tan amenazante en su oído. De no haber sido un hombre lobo, estaba seguro que cualquier animal que escuchará tal sonido, huirían espantados.

Si, era eso lo único, que su cerebro había conseguido de los recuerdos del lobo. Él miedo de la bestia, jamás lo había sentido y era tan extraño.

El lobo le temía a la felina.

Cuando ese pensamiento le llegó, intento borrarlo, esconderlo de él.

No podía hacerlo.

Aún que la azabache podría ser, no sólo la ayuda a que no se lastimarla tanto y que se volviera lo que calmarse al lobo, si no que si pasaba, al igual que había sucedido en su casa y él se escapaba. Ella podía detenerlo. Ella podía ser el seguro de para evitar morder a alguien.
Era una esperanza tan gran, que cayó con simplemente ver a su amigo frente a él.

El chico sólo le traía a Sirius y a James a la mente. Las cosas no serían igual si se enteraba de su cercanía a la Slytherin.

¡Por Merlín, no lo sería si se enteraban de que él era un hombre lobo!

Prácticamente estaba renunciando a la única oportunidad para mejorar su vida con su condición.

El aire de sus pulmones se escapó en un pesado suspiro, atrayendo la atención y nerviosismo de su regordete amigo.

"¿Remus estas bien?"

Le pregunto mirándolo a los ojos y teniendo la pluma que tenía en la mano.

"Si, Peter. No te preocupes. Sólo estoy algo cansado."

Respondió refregando sus ojos y recargando su peso de su cabeza en la mano, del brazo apoyado en la mesa.

"Podemos detenernos, y si quieres te acompaño con Mandame Pomfrey para que te mire si no te sientes bien."

Remus rápidamente negó, a lo que ofrecía su amigo.

No quería adelantar el encuentro con la azabache, ni tampoco no asistir al encuentro. No sentía que lo último como si estuviera bien, además de no tener idea de donde buscarla luego.

"Gracias pero estoy bien, Peter. Es sólo fatiga, no pude dormir bien anoche. Salvo eso, me siento bien."

Dijo sin que fuera mentira.

Su noche anterior no resultó ser la mejor pero a la vez, si lo fue. No estaba ese completo cansancio que tenía siempre, ni nuevas heridas que lo hiciera moverse cuidadosamente por el dolor.

Tal vez fue porque está vez tomó las pociones como se corresponde, como había dicho Poppy al notar que sus músculos ya habían comenzado a caer en los efectos de las pociones, más rápido y más potente.

Negó con la cabeza al darse cuenta de otro beneficio de tener a la azabache.

"Remus."

Comenzó el chico frente a él, haciendo que su mirada lo siguiera.

El Escondite del Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora