6. ¿Cómo hablar con Severina Snape?

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Después de que la azabache desapareciera por la puerta de la enfermería, Poppy volteó su cabeza a verlo con preocupación.

"¿Ella te vio salir del túnel?"

Parpadeo por el momento de sorpresa, que intento esconder al instante de darse cuenta, de que la Slytherin realmente había quitado cualquier duda de haberlo cargado desde la casa abandonada.

"No... Ella m-me encontró en el pasillo."

Contestó sintiéndose al final como un tonto, por no saber como decir una mentira tan simple.

Tras unos segundos en silencio, en el que la medimaga analizó su cara, ella le respondió.

"Bien. Me había preocupado porque tardaste mucho más de lo usual."

La expresión en su rostro de Poppy volvió a su usual mirada amable, mientras comenzaba a revisar las heridas nuevas que tenía en su brazos.

"N-nos tuvimos que detener en algunos momentos."

Habló esperando que el pequeño balbuseo, fuera asociado a el cansancio por la transformación.

"Es de esperarse. La señorita Snape es pequeña, debió haber sido todo una hazaña el haberte traído aquí ella sola."

Entonó concentrada en su trabajo.
Remus quiso reír, y realmente, casi lo hace.

La mujer tenía razón Severina es pequeña y con sólo verla parecía que apenas podía por su propio peso. Pero ella lo había traído, y no sólo lo trajo cargando desde el árbol, si no que lo hizo desde la casa por todo el túnel.
Si la medimaga se enterara estaba seguro que no lo creería, de hecho no creía que nadie lo hiciera (por suerte para la Slytherin).

"Por cierto ¿Qué hacía la Señorita Snape fuera de la cama tan temprano?"

Dijo la mujer interrumpiendo su pensar.

"Ella iba a la biblioteca. Por un libro."

Soltó la primer escusa que le vino, para después abrir grandes los ojos al notar que sus palabras podían causarle problemas a la Slytherin.

"Era para una tarea. Pero por favor, no
le diga a nadie."

Exclamó, deteniendo el brazo de ella con la poca fuerza que había en sus manos.

"Ella me ayudo y ni siquiera fue a la biblioteca por traerme."

Agregar con rapidez, sonando, para su sorpresa, bastante convincente.

"Tranquilo, niño. No diré nada. Se de la enemistad que hay con tus amigos y la señorita Snape. Es admirable que haya dejado las diferencias de lado y haberte traído hasta aquí. No merece problemas por ello."

Dijo con amabilidad, mientras lo empujaba con suavidad para que se volviera a recostar.

Ni siquiera se dio cuenta de que se había sentado, hasta que acostado otra vez, sintió todo el dolor volviendolo a recorrer.

Un gemido de dolor salió de él por ello.
La medimaga siguió con su trabajo de cerrar heridas y administrale las pociones, que al poco tiempo hicieron desaparecer el dolor, que por suerte no era tanto como después de las otras lunas. Y todo por la compañía de la azabache.

Cuando la mujer también se dio cuenta de las bajas en las heridas usuales, se asustó de que pudiera asociarlo de alguna forma con Severina.
Pero cuando dijo que podía ser debido a que el lobo se estaba acostumbrando a el lugar, soltó un suspiro de alivió antes de hablar.

"Si, seguro debe ser eso."

Terminó mostrando una pequeña sonrisa a Madame Pomfrey y quien se la devolvió al instante.

El Escondite del Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora