13. Pesadillas de mañana y Mejor prevenir que lamentar.

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En las noches que el sueño llegaba rápido a Severina, siempre terminaba despertando con su corazón acelerado.

A veces lo estaba en que aparecían los Gryffindors persiguiendola. Nunca los veía, pero oía sus risas y pisadas detrás de ella. Jamás lograba encontrar una salida o algún escondite. Solo permanecía corriendo, mirando de vez en cuando hacía atrás, esperando no ser alcanzada.

Era aterrador la ansiedad que comenzaba a sentir en esos momentos que pasaban en sus sueños.

Pero más aterradora era las veces que Tobías Snape aparecía.

El hombre que debería ser un padre, era más bien su peor pesadilla.

Desde que tiene memoria a sido así, y cómo no serlo si el primer recuerdo que tenía era la primera vez que golpeó a su madre.

Había sido algo tan traumatismo para ella. Esta acostumbrada a los gritos, a las discusiones, pero ese momento en que su madre cayó por la dura cachetada que dio Tobías, fue uno de los momentos que jamás podría olvidar.

Recordaba oírlo hablar con dureza antes de irse por la puerta, dejando a su madre aún en el piso.

También los sollozos que comenzó a emitir su madre y cómo ella muy cautelosa se había acercado e hizo desaparecer su herida.

Hubieron palabras borrosas después de eso, que Severina solía empujar a lo más profundo de su mente, intentando olvidar por lo lejanas que estaban de lo que realmente iba a pasar.

A la mañana siguiente despertó con las palabras de disculpa que Tobías le estaba dando a su madre, junto con promesas que nunca volvería a suceder.

Claramente eso no paso. Por algunos años se volvió un círculo vicioso, en el que su madre recibía golpes por las noches en que el hombre llegaba alcoholizado y disculpas por la mañana cuando volvía a la casa.

Todo eso terminó cuando Severina cumplió ocho y su supuesto padre la vio hacer magia por primera vez.

No sabía muy bien que había pasado después de él golpe que recibió y el grito de su madre de que fuera a su habitación, mientras se ponía entre él y ella.

Cuando después de un buen rato escondida debajo de su cama, escucho la puerta cerrarse de un fuerte golpe, se estremeció. A los pocos minutos su madre entró a su cuarto. La encontró con facilidad por el pequeño llanto que salía de ella y la acunó en sus brazos calmandola, con un gran moreton en su cara, que Severina no logró ver hasta que se apartó del abrazó.

Aprendió muchas cosas en lo que era su casa. Primero que ese lugar nunca sería un hogar. Segundo que Tobías era la persona que más le aterraba. Y tercero que ni ella, ni su madre estarían seguras ahí.

Había cuestionado el porque no se iban a su madre. Los ojos de la antigua Prince la miraron con dolor, antes de contarle la historia de como sus padres la repudiaron cuando se casa con Tobías.

No le costó mucho entender que no había una salida, sin un lugar a donde ir. La falta de dinero se sumó a eso tiempo después de comprender como se movía el mundo.

Sus tutorías, por las cuales se levantaba a las siete y media de la mañana para preparar, eran lo que sacaría de ese infierno a su madre y a ella.

Ella lo haría.

Ya levantada y vestida, agradeció que sus pesadillas ya comenzarán a desaparecer de su mente.

Con su bolso listo y puesto en su hombro, camino hasta la puerta con la poca luz que entraba de una de las ventanas, que dejaba ver el agua de las profundidades del lago.

El Escondite del Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora