Roses

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Miyagi lo pensó por milésima vez, mirando de reojo aquel local, por el que había pasado más de 5 veces, no intencionalmente, obvio. Se detuvo en medio de la calle, pensando si era buena idea o no, estaba seguro que si alguien lo veía pensaría que estaba loco, rondando por la misma calle como demente. El rostro sonrojado de Shinobu inundó sus pensamientos, y luego de ver de reojo una última vez aquel lugar, regresó sobre sus pasos, decidido a entrar.. Sabía que tal vez no se arrepentiría de comprarlo, porque el menor lo valía, pero el proceso sí que sería un poco vergonzoso. 

Entró en el local, y de inmediato lo inundó el aroma de las flores frescas. Arreglos en jarrones y ramos adornaban las estanterías de todo el lugar, no recordaba la última vez que había entrado a una florería, cuando compró flores antes normalmente le pedía al florista algo sencillo y la verdad no le tomaba mucha importancia. Pero esta era la primera vez en mucho tiempo que le regalaba flores a alguien solo porque sí, específicamente, a Shinobu. Iba de regreso al departamento que ambos compartían, luego de terminar su trabajo, y vio desde la ventana del auto por primera vez aquella florería a unas cuadras antes de llegar a su hogar, suponía que acababan de abrirla porque ese era su camino regular y nunca la había visto antes. Fue en el momento en que vio a una empleada salir con un ramo gigante de rosas para ponerlo de exhibición, que pensó en el rostro de Shinobu recibiendo un ramo idéntico. Se estacionó una cuadra adelante por impulso, y tuvo que pasar caminando frente a la florería 5 veces para decidirse por fin a entrar. 

Nunca le había regalado nada decente a Shinobu, es decir, sí, pero todo lo que pudo regalarle en alguna ocasión terminaban siendo cosas aburridas o cosas (aburridas) que el menor necesitaba. Las parejas normales se regalaban obsequios cursis como peluches, flores o ropa a juego; o al menos esa percepción tenía. Pero el problema aquí, es que ellos no eran una pareja normal. Sin embargo, se le hizo una imagen muy tierna pensar en el menor recibiendo las flores, seguramente estaría sorprendido, después de todo, nunca había hecho algo así y esperaba poder sacarle una sonrisa, o alguna de esas expresiones avergonzadas que hacía. Y con ese pensamiento en mente decidió entrar a la florería.

La empleada al verlo entrar preguntó qué era lo que buscaba, le contestó con simpleza que buscaba un ramo de rosas, si se ponía a pensar en otra cosa, su mente divagaría, se pondría nervioso y al final se arrepentiría de haber entrado, así que lo dejó en un ramo de rosas rojas, algo cliché, sí, pero eso era lo de menos en toda esa situación. Luego de discutir el precio, el tamaño y algunos otros detalles del ramo; salió de la florería con las flores en mano. Caminó hasta su vehículo, cuando estuvo dentro, colocó con cuidado el ramo en el asiento del copiloto, las miró por un instante y se golpeó la cabeza contra el volante, comenzaba a arrepentirse y quiso salir corriendo a devolver el ramo y recriminarse mentalmente por haber pensado que era buena idea. Dejando de lado lo vergonzoso que iba a ser entregarle el ramo a Shinobu actuando normal, no sabía si a Shinobu realmente le gustaría su regalo, no sabía si al menor le gustaban las flores, Shinobu era una persona a la que le disgustaban una infinidad de cosas, y tal vez las flores eran parte de esa lista. 

Suspiró, debía dejar de pensar de esa forma, ya las había comprado, no había marcha atrás y por más que su interior le dijera lo contrario, estaba seguro que todo iba a salir bien. Puso el auto en marcha y se dirigió hasta el departamento, en unos cuantos minutos ya había aparcado en el estacionamiento del edificio, revisó la hora, para ese momento Shinobu seguramente ya se encontraba en casa. Subió a su piso correspondiente, cuando se encontró frente a la puerta del departamento, miró las flores una vez más, no terminaba de creer lo que se había atrevido a hacer. Abrió la puerta y de inmediato visualizó los zapatos de Shinobu en la entrada.

- ¡Estoy en casa! - Comentó adentrándose en el lugar, poniendo el ramo detrás de su cuerpo de inmediato. La verdad, nunca se iba a acostumbrar a decir aquello, de hecho, antes sólo lo hacía de vez en cuando, pero Shinobu le reclamó diciéndole que debía decirlo para poder darle la bienvenida. Y comenzó a hacerlo a diario.

- ¡Bienvenido! - Escuchó la voz del menor desde la cocina, seguramente se encontraría preparando la cena. Se acercó sigiloso, con el ramo aún detrás de su cuerpo, no sabía para que lo mantenía ahí, de hecho, hasta sería más vergonzoso revelarlo como si fuera una sorpresa. Cuando se acercó a la cocina pudo ver cómo el menor, efectivamente, se encontraba haciendo la cena, shinobu había progresado significativamente en sus habilidades culinarias, pero por alguna razón aún mantenía su extraña obsesión por el uso del repollo.  — ¿Qué tienes viejo? — Si no hubiera sido por la voz de Shinobu llamándolo podría haberse quedado de pie ahí sin hacer nada por otro buen rato. 

— Nada, sólo veía que preparabas. — Miyagi se encontraba de pie del lado contrario de la barra que separaba el comedor de la cocina, de esta forma la barra escondía de Shinobu cómo escondía el gran ramo detrás de su cuerpo. Shinobu lo vio de vuelta con sospecha, cómo no creyendo lo que le estaba diciendo, pero luego de unos segundos regresó su vista a los alimentos. Demonios, sólo debió entregarle el ramo rápidamente para no mostrar su vergüenza, ahora debía llamar su atención de nuevo e iba a ser el doble de vergonzoso. Rodeó la barra para quedar a unos centímetros de frente a Shinobu, quien al sentir su persona acercarse, volteó a verlo, notando de inmediato cómo mantenía sus manos ocultas detrás de su cuerpo.

— ¿Qué tienes ahí? — Miyagi se sobresaltó al escuchar la voz fuerte del menor, y sin dejarlo hacer nada el menor ya se estaba acercando en su dirección con todas las intenciones de ver lo que había detrás de él.

— ¡No, espera! — Se hizo a un lado, girando en el poco espacio que había en la cocina, Shinobu lo seguía de cerca y tratando de tomarle del brazo. 

— ¿¡Qué es eso!? — De alguna forma logró retener al estudiante, pero aún lo miraba con cara de pocos amigos. 

— Tranquilo, sólo quédate ahí. — No sabía qué era lo que pasaba por la cabeza de Shinobu como para enojarse por algo así ¿Qué clase de historia se había armado en la cabeza? 

Shinobu lo miraba expectante, se había hecho unos centímetros para atrás, recargado en la encimera, esperando que le mostrara lo que escondía. Suspiró, Shinobu era todo un caso. Luego de unos segundos, al fin le extendió el ramo de rosas, sentía el rostro caliente, estaba seguro que sus mejillas estaban rojas. Shinobu lo miró confundido y sorprendido, y al cabo de unos segundos tomó el ramo entre sus manos. 

— ¿R-rosas? — Fue lo único que pudo salir de los labios del rubio. 

— Sí, pasé por una florería, vi las rosas y las compré sin pensarlo. — En cierta forma eso era lo que había pasado. Shinobu lo miraba sonrojado, sosteniendo firmemente el ramo de rosas contra su pecho. Exactamente, esa era la expresión que esperaba ver en él. 

— G-gracias. — Shinobu dejó el ramo en el mueble y se acercó al mayor para abrazarlo con fuerza, escondiendo su rostro en el pecho del otro. Miyagi lo abrazó de vuelta, dejando un corto beso en su cabeza.

Sí, había valido la pena.




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Ya pasó más de un mes desde que actualicé estoo, una disculpa. La verdad, estaba trabajando en otro one shot pero al final me dio problemas, estaba muy largo, no lo terminaba y al final decidí posponerlo para traer este primero, el mes que sigue será ♡

Y bueno, les traigo el primer one shot de la terrorista dentro de este libroo, comenzaré a meter a las demás parejas de vez en cuando así que esperenlas ♡

Koi No YokanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora