Capítulo 8

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Park Jimin:

Mi mirada se dirigió a el sutilmente solo para verlo hacer ese movimiento tan simple que hizo que me alterara.

¿Alguien realmente se puede ver jodidamente bien solo desabotonado un botón?

-¿Por qué tartamudeas? —lo mire divertido.

-Se supone que soy yo el que tartamudea.

Su sonrisa ladina era un detonador, cómo si yo fuera una bomba y el tenía el botón.

Algo realmente me encantaba de el, probablemente era por qué me hacía sentir sumiso y pequeño.

Seguí comiendo tranquilo y bebiendo de la bebida rosa, tenía un buen sabor no lo negaré.

Jeon Jungkook:

Me atrapó, el notó que me puse nervioso.

No era algo de que preocuparme, lo puedo ocultar.

-Bueno, pequeño, resulta que hay una belleza frente a mis ojos. Tus labios son realmente bonitos y a decir verdad, comienzo a encantarme con tus ojos —Aproveché para elogiar, era la verdad, Jimin es precioso.

Continué comiendo de mi pasta, siendo más cuidadoso al comer.

No podía despegar mi vista de la cara de Jimin.

Park Jimin:

Seguí comiendo y sonriendo a la vez, nadie me había dicho algo así de lindo.

Su mirada me hizo sentir nuevamente nervios, cuando creí haberme controlado... mierda.

-¿P-puedes dejar de verme? —hable sin apartar la mirada del plato.

-Si me ahogo será tu culpa —tome el vaso entre mis manos y bebí.

Jeon Jungkook:

Solté una corta risa airada, bajando la mirada y continuando con mi comida.

-Lo siento, no te miraré más —Reí de nuevo, tomando del ponche y desviando mi vista al enorme ventanal a un lado mío.

-Igual no voy a dejar de decirte lo precioso que te ves.

Park Jimin:

-Ya basta... Haces que me dé pena existir —dije terminando de comer.

Me recargue en el respaldo de la silla, suspirando y pensando seriamente todo lo que había ocurrido últimamente.

-Jungkook... —hable sin despegar mi vista del techo de aquel establecimiento.

-¿Por qué asististe a ese lugar? —gire a verlo.

Jeon Jungkook:

Cuando mi nombre salió de sus labios, me puso alerta, más atento a él.

Me acomodé en mi lugar y me acerqué un poco, recargandome de nuevo en la mesa.

Sabía que llegaría un momento en el que me preguntaría eso, pero no creí que ese momento fuera ahora.

-Oh, bueno... Verás —Tragué saliva, acomodándome mejor en la silla y suspirando.

-Mi colega me invitó, no me dijo que en ese lugar vendieran personas —hablaba bajo, en secreto— juro que no planeaba llevarme a casa a nadie, no soy una mala persona... Pero simplemente apareciste tú.

Apreté mis labios, recargando mi barbilla en mis manos.

-¿Me odias?.

Park Jimin:

La Subasta ᴷᵒᵒᵏᵐⁱⁿ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora