Capítulo 25 (parte dos)

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Diaval, muy asustado apareció mágicamente en un extraño vacío oscuro, rodeado por lo que él creía eran estrellas

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Diaval, muy asustado apareció mágicamente en un extraño vacío oscuro, rodeado por lo que él creía eran estrellas.

—¿Ahora qué? —se quejó el joven, procurando no moverse para nada, pues entra que estaba pisando suelo firme, pero lo único que veía era oscuridad y estrellas y tenia que si se movía de su lugar caería al vacío.

—¡Diaval Flech! —escudo una autoritaria y fuerte voz que lo hizo temblar un poco.

—Ay, mierda —se le salió al asustare por la voz que hacia eco en todo el lugar, lo cual no tenia sentido, ya que según él estaban en el espacio o algo parecido.

—¡Uno de los últimos magos Halcor existentes en la historia! ¿Sabes por qué estas aquí?

—No —contestó algo ingenuo.

—Yo te he llamado —dijo, pero su voz ya no se escuchaba con eco, en realidad, parecía estar detrás suyo, pero el joven aun no se atrevía voltear por miedo a caer —Porque haz venido a matarme, muchacho.

—¿Qué? —el joven se atrevió a voltear, pero no encontró a nadie, solo vio un extraño humo rojo que parecía esfumarse en el aire —Maldición, ya basta —pidió —Déjame verte, extraño.

—¿Extraño? —dijo riendo volviendo a causar eco en todo el lugar —Te envidio muchacho. Un mago tan joven con tanto poder al alcance de su mano. Tu padre debió matarte cuando pudo hacerlo, pero... supongo que es sentimental, aunque casi lo logra hoy.

—¿Quién eres tú? —pregunto buscando callarlo.

—Finalmente —dijo como si estuviera cansado antes de aparecer frente a Diaval. Se trataba de un hombre, o al menos eso quiso pensar Diaval. Media posiblemente dos metros, vestía con una extraña bata roja que cubría su cuerpo menos sus manos, las cuales parecían garras rojas, tenia una capucha que cubría bien sus rostro, solo dejando ver sus curiosos ojos demoniacos, muy parecidos a los de Diaval, solo que estos tenían un brillo azul y en vez causarle temor le transmitían paz y algo de tristeza. Parecía una criatura muy interesante a simple vista —Soy Edoron, el primer y original mago Halcor, el primer humano con un alma de dragón.

—¿Eso soy yo? —preguntó el joven.

—El ultimo que queda —aclaró —Al igual que tu padre —menciono como si educar algo de asco —A diferencia de ti, tu padre nació en otro mundo. Un lagar al cual llamé hogar antes de tus ancestros decidieran desterrarme a este lugar para poder matar a mi familia y quedarse con su magia.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —Edoron no le contestó —¿Hola?

Como respuesta, Edoran hizo aparecer un extraño báculo y golpeo el suelo con él, desprendiendo una enorme cantidad de magia rojiza que los transportó hasta un desértico lugar, mostrando una escena del pasado.

—Le debo mi vida a los dragones rojos —mencionó confundiendo más a Diaval — Cuando los magos me desterraron a ese mundo, los dragones me trataron como uno de ellos, y cuando los magos volvieron a acabar con sus vidas, yo los defendí simplemente con mis manos y una espada. Debí morir ese día, pero, a cambio, mi mejor amigo me entregó su alma y me dio otra oportunidad para vivir, convirtiéndome en el primer mago Halcor.

Symphonix: El violín de EthelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora