Era una hermosa noche en medio del bosque. Las plantas eran iluminadas por extrañas criaturas, muy parecidas a las luciérnagas pero con colores diferentes, que parecían bailar al rededor de Ethel, quien las había seguido hasta ese lugar. La joven tenia el violín en manos, y observaba a las criaturas con fascinación antes de comenzar a tocar como si siguiera el ritmo de su baile y les ayudara a seguir bailando.
Y entonces, escuchó un crujido que la hizo detenerse y voltear, era ese chico de nuevo, vestía como un príncipe de la Edad Media. El apuesto joven la observaba avergonzado.
Ethel solo sonrió al verlo nuevamente y volvió a tocar el violín, esta vez para él, haciendo que el joven se acercara lentamente y comenzara a rodear a Ethel, como sí, al igual que las raras luciérnagas, bailara al rededor de ella.
El joven le ofreció su mano sin dejar de girar a su alrededor.
El violín desapareció de sus manos. aunque la música seguía tocando. La joven, aprovechando que sus manos ya no estaban ocupadas, agarró al posible príncipe y comenzaron a bailar, dándose vueltas el uno al otro y haciendo extraños pasos que convidaban el ballet con danza moderna.
Ethel nunca había disfrutado tanto bailar con alguien, pues normalmente lo hacía por compromiso, esperando impresionar a alguien, pero esta vez lo disfrutaba.
El joven dio un último giro y se separo de Ethel e hizo una reverencia.
—No, espera —dijo Ethel al ver como se alejaba —¿Quién eres? —preguntó, pero el joven solo sonrió.
—¡Ethel, despierta, vas a llegar tarde! —la voz de su madre la hizo abrir los ojos, regresando al mundo real, quedándoselos algo decepcionada por no conocer la identidad de aquel príncipe que ya se había vuelto un constante intruso en sus sueños.
—Ya voy, mamá —. la joven se levantó rápido de las cama y se dispuso a comenzar su día, aprovechando que ya no estaba en casa de su padre, y dé su tiempo en la escuela normal.
...
Sus primeras clase le pareció demasiado aburrida y demasiado lenta. El príncipe sin nombre invadía sus pensamientos. Deseaba saber si se trataba de alguien real, y cuál era su relación con el violín.
Por suerte, logró concentrarse lo suficiente en la realidad para no perderse ninguna lección importante en sus clases hasta el descanso de las dos de la tarde.
Caminó con mucha calma por los pasillos hasta llegar a su casillero, mirando cómo los demás alumnos. En ciertos momentos del día, a Ethel le gustaba comparar el ambiente de su nueva escuela, con el ambiente casi asfixiante de la academia de baile.
Todo era un poco más animado en esa escuela. Los alumnos se preocupan más por salir con sus amigos y por las tareas que por cuidar sus cuerpos, por entrenar hasta agotarse, y le encantaba escuchar conversaciones que no tuvieran que ver con posturas de baile muy difíciles que aun no dominaba.
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Symphonix: El violín de Ethel
FantasyEthel Dúges, una joven de 16 años, residente de Lille Francia, encuentra un violín mágico, que la obliga a convertirse en Symphonix, defensora de los débiles y protectora del violín. Ella junto a Tremblemet, el superhéroe oficial de La Ciudad, deber...