Ethel Dúges, una joven de 16 años, residente de Lille Francia, encuentra un violín mágico, que la obliga a convertirse en Symphonix, defensora de los débiles y protectora del violín.
Ella junto a Tremblemet, el superhéroe oficial de La Ciudad, deber...
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—Bueno, lo invité a cenar —aclaró la madre de Ethel —Creí que se llevarían bien, ademas entra a la escuela el mismo día que tú regresas.
—Ah... genial —logró decir Ethel con algo de sarcasmo que su madre no percibir. La joven se encontraba muy confundida con la situación.
—Los dejaré solos unos momentos, debo ver la cena —dijo la madre de Ethel, pues confiaba mucho en Max y sabia que no haría nada que dañara a su hija en tan corto tiempo.
—Claro —dijeron ambos.
—¿Qué estas haciendo? —le reclamó Ethel aprovechando la ausencia de su madre.
—Ouh... me preocupé un poco por ti. Me enteré que fuiste al hospital porque...
—¿Cómo? ¿Cómo te enteraste? —le preguntó algo confundida mientras cruzaba los brazos.
—Eso es... incomodo para mí, bueno, es incomodo porque eres humana y ustedes no están acostumbrados a que los supervisen o "espíen" —dijo Max rascándose la cabeza —Si, sé que suena horrendo, pero no es como tú crees. Reconocí tu cara de algunos "archivos" que robe de la comunidad, tienen algunos informes tuyos porque eres cercana a Markian. Robé los archivos, los revisé y encontré a tu madre y su grupo de lectura, lo demás fue... simple trabajo encubierto —presumió Max.
—¿Por qué hiciste eso?
—Me preocupé un poco por ti y quería saber cómo estabas. Bueno, se me pasó un poco la mano. Desventajas de trabajar en cubierto, siempre me pasa —dijo como si Ethel entendiera de lo que Max hablaba —Me agrada tu mamá, y sus escritos son geniales, es como la tía genial que nunca tuve. Tu padre no me agrada, según tu mamá es un idiota.
—Max —lo llamó Ethel —¿Por qué dice mi madre que entraras a mi escuela?
—Ouh, si, eso... Creí que sería divertido —dijo Max como si nada —Y es parte de mi "personaje".
—Eso es muy raro —le hizo saber Ethel en modo de regaño —Me siento un poco acosada, Max. Hablaste con mi mamá —bajó la voz aun en modo de regaño.
—Lo siento —dijo sinceramente —¿Ya te sientes mejor?
—Ah... un poco —dijo Ethel antes de hacer que sus alas se hicieran visibles de repente, sacándole una sonrisa a Max, pues hace mucho que el joven no las veía —No soy capaz de hacer invisibles por mucho tiempo.
—Es por culpa mía ¿No? —dijo el chico bajando la cabeza —Lo que sea que hayas hecho para curarme te dejo... débil, o eso supongo.
Max sonrió mientras bajó la cabeza, como si estuviera avergonzado —Eso es... exagerado, me preocupé un poco cuando no te vi en tu patrulla nocturna y me dio... curiosidad.