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Jeongwoo y Haruto disfrutaban de un helado juntos, comprado por el últimos. Un tarro grande, acompañado de diminutos pastillas de chicle.

—¿Cómo te diste cuenta que Jihoon?... Pues eso.

—¿Qué me gustaba?

—Sí.


Era un domino soleado, una mañana cualquiera en el río Han, en una de las muchas plazas cercanas a este.


—En los recesos, y en cualquier momento que estuviese junto a él, su presencia era cegadora.


—¿Cegadora?


—Claro. Verlo sonreír, jugar, hacer tonteras... Me empezaba a encantar cada cosa que hiciese, por más mínima.


—Que asco.


Haruto le dio un vistazo al paisaje, con una expresión de pocos amigos en su atractiva cara.

—¿Asco? Haruto, se siente muy bien.

—No lo creo, generar esa dependencia me causa nauseas.

—¿Entonces por qué preguntas? Directamente cierra la boca o di algo más.


Haruto sonrió y abrazó a su amigo por los hombros.

—Bien, que me genere  nauseas no significa que puede y... Lo esté experimentando.— El corazón del peli-negro empezó a latir con fuerza, al momento de  recordar él causante de sus dudas.


—También tengo miedo, Haruto no son nauseas, en normal.


—¿Vale la pena sentirse así?

—Jihoon está en su último año, es precioso y la universidad por la cual lo está apostando todo está en Busan.

—Estás jodido.


Los dos tomaron al mismo tiempo otra cucharada de helado, interiorizando cada palabra.

—Sí, estoy jodido Haruto... Pero más jodido sería no arriesgarme, sí le quiero y puedo tenerlo ahora pues bien, así será.

Jeongwoo tendió todo su cuerpo en la manta de especial sentarse en el irritante pasto. Haruto imitó su acción, atento por si salían más palabras de los labios del menor.


—Deja de pensar en el futuro, ¿Quieres? Vive el presente nene.


—Asahi es un imbécil.

—Sisi, Haruto, ¿Y tú? Igual, muy imbécil, pero te encanta así, ¿Qué mas da? Tenemos dieciséis años, la vida sigue.


El cielo se encontraba lleno de nubes gigante y deformes, rodeadas de un azul escandaloso y claro. Haruto llevó el costado de su cabeza muy cerca al hombro del otro chico, reposandola en él. Jeongwoo, después de cerrar el tarro de Helado para que no se regase por toda la tela, se acerco lo más que pudo al cuerpo del japones, apreciando el momento justo como lo había sugerido segundos antes.



—¿Qué hacen?

—AAAAAHh— Gritó el par a la misma vez.

—No lo sé jughwan, levitando.

—Se veían adorables, ¿Pueden quedarse otro rato así? quiero una foto.— La voz ronca de Doyoung se unió al festín.

—Casi no llegan.— Haruto retomó su postura y se sentó para darle espacio a los demás.


Candy traffic [TREASURE] Where stories live. Discover now