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⚠️Capítulo solo un poco subido de tono, está en sus manos leerlo o no.

Mashiho y Jihoon llevaban aproximadamente diez enteros minutos llenándose y repartiéndose besos  en la cocina perteneciente al enemigo declarado de Park

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Mashiho y Jihoon llevaban aproximadamente diez enteros minutos llenándose y repartiéndose besos  en la cocina perteneciente al enemigo declarado de Park. El japonés sentado en el mesón de piedra costosa y el mayor aferrado a curvada cintura de este. Toda la sala llena de jadeos y risitas a consecuencia de la débil  respiración que mantenían a consecuencia del lento e íntimo ritmo de los besos.

Jihoon creyó perder la cabeza y sus débiles sentidos cuando Mashiho tomó un tarro de chocolate que parecía haber sido ubicado estratégicamente tan cerca de él para poder cumplir su inocente fantasía, porque sonreía en grande mientras dejaba la mezcla derretida en los expertos labios de Park para seguir devorándolos, ahora con más ansias.

Tuvo otra idea maravillosa.

—Mashi, lo que sea que harás ¿no es mejor en una habitación?—El susodicho poco le prestó atención e hizo lo que estaba en sus planes de últimos segundos, sorprendiéndose por la maravillosas vista.

—Maldición, ¿Desde cuando los tienes?— Takata acariciaba con admiración el abdomen marcado del chico con sabor a dulce.

—Pilates, y lo que sea que harás hazlo ya— Tomó las mejillas de Mashiho y deposito un rápido y escandaloso beso en la sonrisa ingenua que ahora mantenía— Me estás volviendo loco.

—¿Quién está volviendo loco a quien?

—uh.

—¡WATANABE HARUTO!— Jihoon bajó su camiseta de un golpe, mientras Mashiho lamía sus dedos llenos de dulce con una sonrisa burlona—Cosas de mayores.

—¿Planeaban tener sexo en la cocina?

—YA, niño irrespetuoso.

Jihoon tenía el rostro coloreado de un rojo intenso, mientras su cómplice reía despreocupado, aquello le hacía querer desaparecer de la faz mundial, aún más cuando a la escena se unieron Junkyu y el otro pequeño, Park jeongwoo.

—Ya decía yo que se demoraban con el robo de comida.—Jeongwoo abrió el refrigerador, pasando de la situación que a su manera de ver la vida no era para nada extraño o sorprendente, de hecho era todo un cliché, se esperaba una pareja tal vez hetero, no mentiría, pero seguía siendo un cliché.— ¡Juguito de mango!

Junkyu solo masticaba chicle mientras jugaba con el fuego de la plateada estufa.

—¿Y le chupaste el pito?

—Aún no.

Jihoon tomó el primer trapo que se cruzó por sus manos y lo tiró con lo que creía buena puntería. Creía porque dio justo a donde se encontraba Kim encendiendo con agresividad el fuego alto y peligroso. El trapo se prendió en cuestión de segundos, estaba húmedo a causa del desinfectante, fue similar a una explosión así que impactó en el descubierto brazo de Junkyu que se vio iluminado también por el llamativo fuego naranja. Jeongwoo tomó la jarra de lo que al parecer era agua y corrió hasta donde el chico que en cuestión de minutos estaría rostizado, echándola toda en su extremidad, olvidando el trapo rosa que aún se incendiaba y dejaba una línea completa de llamas por la separación de las brillantes baldosas, que ahora tomaban un color negro. Mashiho empezó a dar pisones por todo el camino mientras el humo crecía y los otros echaban agua por doquier, sorprendidos de que nadie se diera cuenta aún cuando la alarma contra incendios encendió los aspersores en el decorado techo.

Un desastre, y no podían gritar.

—¡Listo!— Se atrevió a decir Haruto, quien lloraba gracias a la irritación por el molesto humo en sus ojos.

—¿Hay cámaras?— Jihoon buscó por todos los lados, cada rincón, y negó con efusividad.—Salgan, yo iré a por los demás.

—Pero que hijos de putaaaaaaaa

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—Pero que hijos de putaaaaaaaa.— Gritaba Hyunsuk por toda la calle con una que había tomado sin permiso con Soju costoso.— ¡Fritaron a Junkyu!— Jihoon claro que no se sentía orgulloso de ello.

Y ahora doce chicos caminaban en busca de una droguería o supermercado abierto. Uno de ellos sin saber por qué carajo habían sido arrastrado a esa situación, Asahi no podía creer lo que veía y olía.— Mierda, huele horrible.

—Casi nos consume el fuego— Haruto llevaba los ojos hinchado.

—Tu también necesitas asistencia niño.

—Es que es medio idiota, por eso no puede separarse de mi— Doyoung casi perdía la guerra esa noche, le incriminarían si a Watanabe le sucedía algo, era responsable de lo que le sucedería o eso le decía, casi amenazaba, la madre de Haruto.

—¡La droguería!— Jaehyuk le avisaba a Jihoon, quien no se separaba de Junkyu.

—Entraré junto a los que estuvieron en el incidente, los demás pueden esperar.

Jihoon se encargó de optener lo necesario, vendas y alcohol con pastillas genéricas para el dolor, gotas recetadas que Haruto ya tenía pero necesitaba en el momento. Jeongwoo y Mashiho se compraron su propia agua.— ¿Alguien sabe curar quemaduras?

—Yo.— Mashiho tomó la bolsa que contenía el primer auxilio y le entregó las gotas a Jeongwoo— Tú ayuda a Haruto si tienes problema con la aplicación— Salieron del local, Jihoon viendo las cuentas de los pocos medicamentos que compro.

—La salud aquí es un asco.

Junkyu tomó asiento en la acera, sin divisar otra alma en la angosta cuadra.

—¿Duele mucho campeón?— Pensó que la pregunta por parte del japonés había sido demasiado estúpida así que no respondió.— Lo tomaré como un sí.

—Lo siento por irrumpir su momento.— Sonaba más enojado que adolorido cuando el agua fría empezó a correr por su brazo.

—Nos estabamos divirtiendo un poco, pero igual no pasaría de eso.— Mashiho no entendía porque estaba dándole explicaciones, menos después de que casi quemaran todo un edificio de tres niveles.

— Cuando bailaban querían comerse con la mirada.— Tomó con cuidado y empezó a secarlo con las gasas para vendarlo.

— Bueno ¿Qué te importa?— A Junkyu le lastimó tal vez aquel comentario.

—Ni siquiera me saludaste cuando llegaste.— Terminó por vendarlo con la misma delicadeza.— Dijiste que...

—Dije que me buscaras si así lo querías, no te rogaría que me prestases atención como toda la semana.— Takata pudo sentir los celos de Junkyu, y no se sintió para nada mal. Se dio cuenta que eso era lo que más anhelaba, que se tragase su orgullo y admitiese que su ayuda no le haría nada de daño.

—Le gustas a Jihoon.

—Yo lo arrastre a la cocina.

—¿Te gusta Jihoon?

—No lo sé, no lo creo.

—Entonces ¿Por qué lo hiciste?

—Eres demasiado inocente, joder.

Mashiho y Junkyu mantenían una rara discusión moral, mientras Jihoon pasaba algodón lleno de agua fría sobre los ojos de Haruto quien ya se había echado las respectivas gotas.

—¡Ruto! Vas a estar bien, deja de llorar.

—Entoncessss ¿Nos abandonaron?

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