CINCO

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Capítulo 5: Colombia.

Alessandro.

Me muevo de un lado a otro vociferando órdenes a mis soldados para que todo quede perfecto y no tener ningún inconveniente en el vuelo. Desciendo del avión que llevará las armas hasta Colombia y sigo dando órdenes pero esta vez van dirigidas hacia los capitanes.

—Cualquier inconveniente deben llamar a través de los dispositivos especializados y solo en caso de emergencia.

Siempre les digo lo mismo cuando vamos a partir a una misión donde todas las tropas andan por separado.

—Recuerden que el reporte es todos los días al mediodía, hora colombiana , revisen bien sus zonas horarias para que no se confundan— digo antes de que cada capitán asienta y se vayan con sus respectivas tropas.

Me sumo a la tropa Royal y me posiciono en medio de Fabrizio y la brigadier Yilmaz. La pelinegra opta por una pose más rígida al sentir mi presencia y se limita a mirar hacia al frente al igual que su capitán y yo.

A pesar de estar mirando hacia el frente, no puedo evitar mirar de reojo su apariencia.

Entre Melek y Fabrizio van nombrando a los soldados de su tropa para que vayan abordando el avión, no sin antes pasar bajo el detector de metales para asegurarnos que no carguen con un arma extra de la necesaria.

Soy el último en abordar haciendo que seamos la última tropa en despegar a su destino, esto se debe a que debo asegurarme de que los demás aviones despeguen sin ningún tipo de dificultad.

Me monto en el avión y paso directamente a la cabina del piloto, puesto que el primer turno es de Fabrizio y mio pero he de admitir que por unos segundos mi mirada se dirige a la brigadier de ojos grises, quien se encuentra en los primeros asientos debido a que luego de nosotros es su turno de pilotar junto con la soldado Sánchez.

Me siento en el asiento y repaso todos los botones que tiene el comando. Al ser un avión un poco más grande que lo habitual el comando es más complejo y sólo alguien experto puede pilotear tal máquina aérea.

Noto como mi compañero mantiene su mirada puesta en mi, por lo que volteo a verlo para que me explique qué le ocurre.

Al no recibir palabra de su parte, volteo nuevamente mi cabeza, me coloco los auriculares para recibir coordenadas y aprieto los botones necesarios para que el avión despegue, todo esto con ayuda de mi primer capitán el cual ya ha dejado de observarme fijamente.

En algún punto del vuelo lo dejo en piloto automático, no sin antes preguntar si el camino se encontraba despejado de todo inconveniente. Trato de relajar mi cuello, apoyándolo en la cabecera del asiento, pero nuevamente siento la mirada de Fabrizio sobre mi.

— ¿Se puede saber que mierda te pasa? — le pregunto recomponiendome en el asiento.

— Eso debería preguntarte yo a ti — replica.

Lo miro sin entender.

— No entiendo a dónde quieres llegar.

Se gira hacia la puerta que divide esta zona de los demás, asegurándose que no venga nadie.

— Deberías ser más discreto — dice con un tono de voz más bajo.

— Puedes ir al punto de una vez — me harto de no entender a dónde quiere llegar.

— Me refiero a que llevas días mirando a la nueva brigadier como si quisieras comertela con ansias.

Entrecierro los ojos.

Propósitos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora