CUARENTA Y SEIS

479 44 3
                                    

Capítulo 46: Oscuridad.

Melek:

Tomo un vaso y lo lleno con el agua de la máquina que hay en uno de los pasillos de la central., mientras me trago una pastilla para el dolor de cabeza.

Desde que la soldado Lucia nos ha informado que mi familia ha roto las alianzas con los pequeños clanes restantes de la mafia Italiana y con los sobrevivientes del ataque a los Ferri, la cabeza no me deja de doler. La tensión acumulada en las últimas semanas hace que sienta que la cabeza me estallará.

Luego de acompañar un rato más a Elif, a través del vidrio, he decidido venir al edificio principal de la central para investigar y encontrar el paradero de Luciano Ferri, ninguno de los soldados ha dado con él y verdaderamente no hay rastros de su presencia.

Es por eso que luego de horas, me decido y llamo a Mandy, sabiendo que ella lo encontrará. En su ámbito, es la mejor, no se le escapa nada y ni nadie.

Intento relajarme por lo que me siento en un cubículo cualquiera, necesito aclarar mis ideas y pensar con la mente fría. En estos momentos, mi mente solo piensa una sola cosa, venganza.

Venganza a quien dejó así a mi mejor amiga, vengarme del hijo de puta que nos ha quitado el privilegio de ver su radiante sonrisa, que ahora es reemplazada por un rostro neutral conectado a miles de máquinas que se pasea de un quirófano a otro.

Al aclarar mis ideas recuerdo un tema importante que no he tocado con nadie y a toda prisa me encamino hacia mi cubículo que se encuentra tal y como lo dejé hace unos días.

No he podido hablar con mamá sobre el tema de mi hermano muerto, reviso sus imágenes y el parecido me congela. Es igual a mi padre de joven y estoy segura que Boram se hubiese muerto de un paro cardiaco al ver a su primogénito, una réplica exacta de él, vestido con uniforme militar y de su organización enemiga.

Trato de ahondar más en el tema pero no da frutos, pues termino tecleando cualquier cosa. El cansancio se apodera de mi cuerpo, no recuerdo cuando fue la última vez que dormí y si a eso le añadimos que la última vez que lo hice no fue de manera profunda y en un sitio profundo.

—Brigadier Melek, el general Lombardi está llamando a todos a la sala de reuniones del piso cinco —me avisa el soldado Smirnoff.

—Gracias soldado.

Cierro todas las pestañas y cuando el soldado se marcha me pongo las carpetas debajo del brazo para pasárselas a Alessandro, el también necesita saberlo, esto puede ser una debilidad para Boram.

Me encamino hasta la sala de reuniones del piso cinco, esperando que luego de esto pueda irme a descansar al edifico de los camarotes.

Llego al piso cinco y me encuentro con Andrea en la puerta, como siempre esta pulcramente vestida y con su habitual sonrisa de oreja a oreja. Abre la puerta para mí y en cuanto entro puedo sentir la tensión en el ambiente.

Alessandro se encuentra en el extremo de la mesa, su gesto es gélido e intimidante. Estudia unos papeles con extremo cuidado, se le ve preocupado.

En la sala solo están Fabrizio y Ricardo, sentados a los lados de nuestro general. Por mi lado, tomo asiento junto a mi capitán.

— ¿Qué ocurre?— preguntó preocupada al ver la expresión de Alessandro, cada vez es más seria, si eso es posible.

—Creo que ya está enterada, brigadier —habla el capitán Ricardo—. Su familia y los Ferri comenzaron un extraño pleito el cual nos pone en conflicto.

—No nos conviene una guerra de tres —deduzco ante sus palabras.

—Exacto —comenta Fabrizio—. Lo mejor era que solo fueran dos bandos.

Propósitos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora