VEINTICINCO

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Capítulo 25: Perdón.

Melek.

Me subo al auto de uno de los choferes de mi padre, ya ha llegado al sitio en que lo he citado. Cierro la puerta tras de mí y me acomodo en el asiento. El conductor me mira a la expectativa.

— ¿La residencia actual de papá se encuentra muy lejos? — le pregunto.

— No, señorita — responde el hombre — . Su padre ha vuelto a Estambul, se encuentra en la casona.

Hago un sonido afirmativo con mi boca y el resto del viaje lo paso en silencio. Volteo hacia la parte trasera del auto y veo el vehículo que se encuentra detrás de nosotros.

La sonrisa de suficiencia llena mi rostro al ver que todo está saliendo como lo planeo.

En el camino veo todo con nostalgia, esta carretera es bastante conocida para mi. En mis inicios en la academia militar recorría este camino día y noche me lo sabía de memoria, puesto que cuando aún estaba en la academia seguía viviendo en el infierno que tenía como casa.

Quiero hacer tantas cosas en mi mente que mientras veo los edificios por la ventanilla del auto, hago una lista mental, siempre me ha servido para aligerar la carga de las cosas.

El auto se detiene cuando llegamos a la casona Aktan. Me bajo sin esperar a que el conductor abra la puerta para mi y sin importarme nada me adentro en la casa.

Se nota que todo está diferente de alguna forma u otra. La mano derecha de mi padre (El Danisman) no se encuentra, ya que ese puesto le pertenece a Roskum y este fue asesinado semanas atrás, también se nota la ausencia de Mehmet que ya se estaba encargando de una gran parte de los negocios sucios de papá.

Por otro lado, también se nota la ausencia de mamá, mientras paso por la cocina para llegar de forma rápida al estudio de Boram Aktan. Las empleadas no saben qué hacer precisamente, todas están con caras de confusión como si fuera su primer día. Las estancias comunes se encuentran patas arriba, entiendo al instante el porqué.

Mamá siempre se encargaba de darle órdenes a las empleadas y a los empleados que trabajan en los exteriores como el jardín y los ranchos también. Ella ordenaba y su palabra era ley, ella siempre les decía que debían cocinar ese día. Ahora sin ella las cocineras no saben que preparan y se encuentran haciendo casi malabares para adivinar qué plato es del agrado de mi padre.

Sigo avanzando hasta llegar al estudio de mi papá, no toco la puerta como usualmente lo haría. Una ira inminente crece en mi interior y no me importa el enojo de Boram.

Boram no se encuentra solo, hay tres hombres junto a él y por lo que alcanzo a escuchar hablan sobre el paradero de Mehmet. Cuando reparan en mi presencia los cuatro se quedan en un silencio absoluto mirándome sorprendidos por la rudeza con la que abrí la puerta.

— Déjenos a solas — le solicita Boram a los hombres que lo acompañaban.

Sigo a los hombres con la mirada, mientras salen de la estancia, hasta que la voz de mi padre me hace voltear:

— Florecilla, que sorpresa.

Me acerco hasta su escritorio con grandes zancadas.

— Florecilla y una mierda — espeto—. Tardé años en darme cuenta la verdadera escoria que eres ¿Cómo pudiste mentirme diciendo que todos estaban bien? ¡Mamá estuvo secuestrada casi un mes y no fuiste capaz de rescatarla!

Boram me devuelve la mirada desde el otro lado del escritorio. Se levanta de su silla y con total calma camina hasta un mueble donde tiene sus licores preferidos.

Propósitos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora