TREINTA Y OCHO

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Capítulo 38: Mío

Alessandro.

Ver a Melek entrar a la parte trasera de la casona hace que mi ansiedad por rescatar a Bianca aumente. Me mantengo en una posición que me pueda facilitar la huida del lugar, cuando sea el momento, pero a su vez me volteo a ver a la chica francesa que a través de una computadora revisa las cámaras de seguridad que hay en la casona.

Abre dos planas para ir viendo a la par, la imagen de Melek y por otro lado la imagen de Zeynep junto a Boram.

Melek camina por los pasillos desenvolviéndose de manera extraordinaria, se nota mucho como conoce ese lugar que hasta podría jurar que lo puede recorrer con los ojos cerrados.

Con la francesa nos miramos alarmados al notar que hay alguien muy cerca de Melek y si esta no sabe actuar correctamente, podría descubrirla.

— ¿De dónde proviene? — pregunta haciéndonos saber que lo ha notado.

—Del pasillo contiguo —responde la mujer junto a mí.

Mientras ella conversa con Melek, dándole indicación sobre el paradero del hombre. Yo me fijo en lo acontecido con Zeynep y Boram, ellos se encuentras discutiendo o más bien, Zeynep se encuentra reprochándole mientras Boram solo la mira pero este no tarda en comenzar a reprocharle cosas a ella.

Volviendo mi concentración a Melek, observo como da vueltas en círculos tratando de evadir al hombre. Sabiendo que Zeynep ya está utilizando todas sus armas para distraer a Boram y que estamos contra el tiempo para rescatar a Bianca, me acerco al pequeño micrófono que tiene la francesa.

—Desásete de él, no tenemos tiempo para estar jugando al gato y al ratón.

Melek, sabiendo lo mismo que yo, decide hacerme caso, de milagro y se enfrenta a tal hombre para cortar la situación de una vez, o al menos eso pensé.

Creí que solo le dispararía y ya pero como siempre logra sorprenderme la brigadier comienza a tener una interesante conversación con el hombre, quien suplica por mantener su vida.

La piel se me eriza al oír lo que ese tipo le hacía a Melek cuando ella se bañaba o se encontraba desnuda, la rabia me en ciega y lo único que deseo es estar en el lugar de Melek y ser yo quien mate a ese hombre y disfrutarlo al igual que la Medusa turca.

—Mándale saludos a Roskum, sé que te estará esperando en el infierno tomando té con Luci, espero que así mismo esperen a los que les siguen —rio al oír cuando menciona un apodo estúpido para Lucifer.

Le dispara entre ceja y ceja, para luego alejarse del cuerpo en busca de Bianca quien se encuentra unas puertas más allá. Camina a paso apresurado sabiendo que el tiempo está en nuestra contra, mis ojos van como pelota de ping pong del monitor que proyecta la imagen de Melek al proyector que proyecta la imagen de Zeynep teniendo una acalorada discusión con quien por la ley sigue siendo su esposo.

Una sensación extraña recorre mi cuerpo al ver que Melek entra en la habitación de mi madre, quien segundos atrás se ha liberado de las cuerdas que la amarraban a un rincón de la habitación.

La sonrisa en el rostro de mi madre logra mover un sentimiento muy oculto en mí, uno que no sentía desde hace muchos años cuando la vi luego de estar muchísimo tiempo separados.

Bianca intenta acercarse a Melek, quien también se aproxima a ella, pero la acción se ve impedida ya que el cuerpo de Bianca se desvanece en el acto, haciendo que Melek deba actuar rápido para que este no caiga de bruces al suelo.

—Tenemos un problema —menciona la turca por el intercomunicador.

Melek ejerce toda la fuerza posible para volver a incorporar el cuerpo de Bianca. Los tres sabemos que ella es capaz de traer el cuerpo de Bianca hasta aquí sin problema, pero los inconvenientes son muchos. Tardaría demasiado en llegar y el tiempo corre por cada segundo que pasa, Zeynep no aguantará por mucho y también podría haber más hombres en los oscuros pasillos y Melek no tendría posibilidad de defenderse producto al peso del cuerpo de Bianca.

Propósitos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora