DIECISÉIS

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Capítulo 16: Viaje en carretera.

Melek:

Vuelvo a la sala y me siento como Pedro por su casa, con total confianza para esperar a que Alessandro hable con sus superiores. Porque al fin y al cabo eso son, sus superiores, no los míos.

Saco mi celular y le texteo a Elif para hacerle saber que estos días no iré a la central ya que ha salido un imprevisto confidencial, su respuesta es relajada y se encarga de hacerme saber que apenas pueda tendré que decirle casa detalle.

Si el chisme generara dinero, Elif sería multimillonaria. Miro algunas fotos antiguas que tengo en una carpeta secreta de mi celular, las de mi infancia no me desagradan, pero cuando llego a las de mi adolescencia apago el teléfono dejándolo a un lado.

Por suerte, Alessandro entra a la sala con aspecto serio.

—Iré a buscar mis documentos y algo de ropa —informa— .¿Tú trajiste lo que necesitas?

—Si — miro la hora— . Apresúrate que ya es tarde.

Sube al segundo piso sin contestar mientras que repaso que es lo que tengo en el bolso de emergencia que siempre cargo en el auto, creo que el último bote de desodorante lo gasté hace poco y nunca lo repuse.

De igual forma puedo pasar a comprar a un local de carretera. Repaso el lugar con la mirada y noto que no es para nada acogedor, sino muy frío y sin vida. Bastante parecido a mi apartamento.

Alessandro no tarda mucho en recoger sus cosas y bajar nuevamente por las escaleras. Pasa por mi lado y entra a la cocina.

Escucho como le da algunas indicaciones a la mujer que me abrió la puerta y luego se despide de ella diciéndole que tenga mucho cuidado y que se acuerde de poner las alarmas antes de acostarse.

Sale de la cocina y se detiene frente a mi.

—Vámonos ¿no tenías tanta prisa?

Se adelanta a la puerta y la abre dejándome la salida libre.

—Jodete—digo cuando paso por su lado.

Rie de manera amarga y me sigue hasta el auto, me monto en el asiento del conductor y le abro la maletera para que deje su bolso junto al mío.

El se sube al asiento del copiloto y pongo a andar la camioneta hasta nuestra primera parada. Al detenernos junto a la cabina del guardia, Alessandro le pide al hombre que se acerque.

—Gino, no volveré por un par de noches— le comenta — . Cuida de Rosaura y de la casa, por favor.

—Si, joven Alessandro— asiente Gino.

Hablan sobre un par de cosas más y al ver como los minutos pasan comienzo a exasperarme y al parecer también exasperar a Alessandro cuando comienzo a resoplar.

—Bueno, nos vemos en unos días, Gino — se despide el Italiano del guardia.

Presiono el acelerador nuevamente y adentro la camioneta por el camino de tierra para dirigirnos a la carretera.

—¿Te he dicho que eres insufrible?—bufa.

—Si — contesto con la vista en frente.

Ahora el que resopla es él, el comienzo del camino es casi silencioso, ya que el sonido de las llantas chocando con piedras por el caminillo siempre está presente.

No es hasta que llegamos a la carretera cuando Alessandro se aclara la garganta y dice:

—Supongo que me dirás quien es tu contacto.

Propósitos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora