TREINTA Y CINCO

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Capítulo 35: La tormenta (Parte 2)

Boram Aktan.

—Şef, los archivos ya han sido enviados—me informa uno de mis hombres.

—Está bien, ahora solo queda esperar—bebo lo que quedaba de mi trago.

Llamo a la azafata para| que me traiga más. Me encuentro volando hacia Roma, preparado para acabar lo que comencé hace dos semanas.

Todo habría sido tan rápido si tuviera a Roskum conmigo, pero la puta de Melek lo ha matado dejándome sin mi mano derecha.

A las mujeres nunca las entenderé, ella lo provocó, paseándose con faldas cortas, en el verano usaba trajes de baño sin importarle que , pero luego ella se quejaba cuando él entraba a su cuarto a hurtadillas.

Zorra de mierda.

Nunca debí confiar en ella, ha sido mi mayor error, concebirla, y luego dejar que se integrara en esa estúpida organización.

Es por eso que planeo matarla, a ella y al estúpido de Alessandro Lombardi. Tengo todo planificado, para que nada salga mal.

Aterrizamos en Roma, en el aeródromo que tienen los Ferri, uno de los tantos clanes que están conmigo. Bajo por las escaleras para encontrarme con el nuevo jefe de los Ferri, Giulio Ferri.

Amico, que alegría tenerte aquí — exclama de forma exagerada.

Estrechamos nuestras manos como si estuviéramos cerrando un trato. Giulio nos encamina hasta una camioneta negra, rodeada de guardias y de vidrios polarizados.

— ¿Está listo el edificio? — le pregunto a Giulio una vez estamos dentro de la camioneta.

— Si, ya mandé a desocupar el piso que ocuparas y pedí que nadie subiera a la azotea.

— Buen trabajo — es mi respuesta.

Mi celular, que es portado por uno de mis guardaespaldas, comienza a sonar. Al principio lo ignoro pero cuando se hace repetitivo, decido a tenderlo.

— ¿Qué quieres? — espeto al ver que se trata de Ender, uno de mis inútiles hijos.

— Bianca ha quedado inconsciente ¿Qué hago? — dice cagado de miedo.

Bufo. Mehmet es el único que sabe hacer las cosas bien en esta familia.

— Llama a un Asker, él sabrá que hacer — cuelgo la llamada antes de que agregue algo más.

Le entrego nuevamente el celular a uno de mis guardaespaldas y este lo guarda dentro de su chaqueta. 

Hasta el momento, nadie se ha movido de su lugar, pero cuando escucho las demás voces entiendo que es el protocolo.

— Capitán Rinaldi, tropa Royal, en su posición, edificio A — escucho que dice uno de ellos.

— Capitán Esposito, tropa Silver a cien metros del objetivo — le sigue otro capitán y luego otro zoquete de la tropa Zero.

Hay un silencio extraño proveniente del intercomunicador.

—¿Dónde carajos está Ricardo? — escucho como pregunta el general.

Nadie dice nada hasta que un sonido de interferencia llena la línea, para luego oír:

— Capitán Merino, tropa Black, con el objetivo en la mira— dice— . Disculpe la tardanza, mi general.

Dicho eso, la camioneta blindada, en la que se encuentran Melek y su general, comienza a avanzar por las calles camino a la bodega, pero cuando llegan a esta se encuentran con la sorpresa de la camioneta de Mehmet.

Propósitos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora