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El día en que la misión se debía cumplir había llegado. La noche fue horrorosa para el adolescente que fue incapaz de cerrar los ojos y conciliar el sueño. Se había sumido en un debate interno que no le dejaba descansar y es que, llegado el momento, todavía no había tomado una decisión. No sabía si ordenar al escuadrón a que buscasen únicamente los materiales y, tras aquel mandato sufrir la ira de Cooler, o tomar la opción más dura. Destruir el planeta junto con sus habitantes, salvar a los suyos y sentirse eternamente desgraciado tras su elección.
Se encontraba sentado sobre su colchón, con los codos apoyados sobre sus rodillas y reposando su frente sobre sus manos. Miró, por el rabillo del ojo, a la muchacha que dormía sobre su cama, de espaldas a él y cubierta hasta la cintura por una sábana. Sus cabellos se esparcían por la almohada como hermosos hilos dorados que él contemplaba como si realmente fueran de oro.
Sabía que si no ordenaba la destrucción de aquel planeta, Aloy sufriría las consecuencias. Estaba seguro de que Turles, con aires de grandeza, daría su nombre a Cooler para que él hiciera con la joven todo lo que su macabra imaginación le permitiera. Soltó un fuerte suspiro y, con cuidado de no despertarla, se levantó.
Él ya estaba vestido con su traje de combate y con la armadura puesta. Se había calzado y lo único que faltaba era que se colocase los guantes, los cuales agarró de encima de la mesita al lado de la cama. Se los puso con rapidez y, cuando terminó, se dio la vuelta para mirar una última vez a Aloy. Sintió una angustia horrible al ver a la muchacha girada hacia él y contemplándole con sus grandes ojos avellana. Sintió tanto dolor al verla, que no pudo mantenerla la mirada. No era capaz de hacerlo, porque sentía que la estaba traicionando.
–Trunks–escuchó su voz mañanera a la vez que oía como se levantaba de la cama. Pudo ver sus piernas moverse a su dirección–, no te marches sin despedirte, por favor. –
–Lo siento–alzó la cabeza, encontrándose nuevamente con sus ojos marrones. Ella tenía una sonrisa dulce que no logró calmarle–. Deberías buscar la manera de huir de Cooler. –
–Has tomado una decisión–Trunks, con pesar, asintió. Ella amplió su sonrisa y se lanzó a abrazarle–. Es lo mejor. –
–Turles no dudará en dar tu nombre a Cooler–el muchacho se vio incapaz de responder al abrazo de la joven. Ella se separó, con las manos sobre sus hombros, y le contempló sin borrar su sonrisa.
–No le temo a ninguno–Aloy acarició el rostro del joven–. He asimilado que mi vida termina en esta base. Uno u otro me matará. –
–No lo permitiré–el brillo en los ojos de la joven era más reluciente que nunca y él se vio perdido en ellos.
–Lo sé–la joven se elevó para acercarse a sus labios y besarlos. Trunks la correspondió mientras veía como unas lágrimas salían de sus ojos.
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El escuadrón saiyajin estaba reunido en la sala de naves, esperando a que apareciese su nuevo capitán para comenzar su misión. A un lado se encontraban Turles y Paragus, el mayor se encontraba de brazos cruzados, contemplando al hombre que se dedicaba a insultar al primogénito de Vegeta sin importarle de que éste estuviera cerca de ellos. Raditz, por su parte, estaba en compañía de su hermano quien no paraba de preguntar cuáles eran los materiales que debían encontrar. El melenudo contestaba de malas formas y entre pregunta y pregunta dejaba escapar un gruñido de impaciencia.
Vegeta les contemplaba con atención mientras cerraba disimuladamente un pequeño panel que se encontraba en la parte trasera de una de las naves esféricas. Fue justo cuando su hijo apareció por la puerta de la sala y contempló a cada uno de los allí presentes, quienes silenciaron al notar la presencia del medio saiyajin.
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Almas Unidas [BulmaxVegeta] ORIGINAL
FanficUA. Segunda parte de Almas Perdidas. Tras años de tranquilidad, Cooler y Cold aparecen para que la historia vuelva a repetirse para Bulma y Vegeta. Ahora el Príncipe deberá luchar para salvar a su familia, pero no lo hará solo. ¿Quiénes son los que...