Capítulo 5. El don de Akrog.

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¡Aquí os traigo un nuevo capítulo! Después de haber estado un tiempo sin subir os debo recompensar por la paciencia, así que aquí os dejo continuando con la historia.

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Era la hora del almuerzo y, soldados y trabajadores, esclavos todos ya que allí ninguno era libre mientras trabajasen para el Rey Cold, asistían al comedor. Tarble y Bra fueron los únicos que decidieron renunciar a ese momento. La niña porque dormía en la habitación que la designaron, y el saiyajin porque decidió colarse en la enfermería y rebuscar en el ordenador unos archivos.

El hombre aún se acordaba de la conversación que tuvo por la mañana con la niña, el motivo porque el ahora se encontraba allí como si fuera un ladrón buscando algo que robar, ya que lo que hacía no era legal a los ojos del tirano.

(Flash Back)

Tarble tocó dos veces a la puerta que llevaba a la habitación de la pequeña. Él la avisó de que no golpearía ni una ni tres veces, porque casi nadie tocaba dos, así ella sabría que se trataba de él.

El hombre había estudiado a la niña y su comportamiento durante estos días. Ella había aceptado su compañía y eso fue lo que él anotó en su informe. Ella le toleraba, pero no le apreciaba o mucho menos confiaba en él. Para Bra, Tarble era el único que hablaba con ella sin despreciarla o sin mirarla con desagrado, y con eso le bastaba para tratarlo un poco.

Lo normal era que ella le diera paso, una vez confirmado que se trataba de él y no de otro, pero no escuchó su vocecita en ningún momento. Se atrevió a abrir la puerta sin necesidad de ser invitado. Tecleó el código en el panel y acto seguido la puerta metálica se elevó hacia arriba y él entró. Entonces encontró a la pequeña, sentada sobre su cama, con el pijama blanco, el cabello suelo y el rostro oculto entre sus rodillas, las cuales rodeaba con sus brazos. Anduvo hasta donde estaba ella, no habló o pidió permiso para sentarse, simplemente se sentó en el colchón a su lado mientras la contemplaba.

¿Qué es lo que te pasa? –preguntó Tarble esperando porque alzase el rostro y le mirase.

Vete–su voz infantil sonó apagada, mucho más que la primera vez que le dirigió la palabra. Tarble se preocupó.

Agarró sus brazos, haciendo que dejara de rodearse las piernas con ellos, para después sujetar con sus manos su cabeza y levantarla lentamente. Bra no estaba llorando, pero había indicios de que si lo estuvo en algún momento. Su rostro enfermizo, sus ojeras oscuras, sus ojos rojos, sus pómulos rosados y sus labios hinchados le decían que lo había pasado mal.

Bra, sabes que soy tu amigo–Tarble tomó la mano de la niña y con suavidad la acarició–. Yo no quiero que llores ni que lo pases mal. Quiero cuidarte. –

Tú eres amigo de ese monstruo malo–el hombre le hizo una señal de silencio, para que no volviera a dirigirse así al Rey Cold–. No quiero callarme. Él es malo, así que tú no puedes ser bueno. –

Vamos a ver, Bra–Tarble alzó su otra mano para acariciar su cabello con suavidad–. Yo no soy malo. Yo te quiero proteger, no hacerte daño. Eres una niña muy lista–la pequeña observó con sus grandes ojos al hombre que dulcemente la hablaba–, y tú lo sabes. –

Bra hizo un puchero. Quería llorar de nuevo pero intentó aguantar. Tarble le dedicó una dulce sonrisa para que se calmara.

Ahora dime–Tarble volvió a su preocupación–. ¿Qué te ha pasado? –

Una pesadilla–recordó la niña que se separó de él para abrazarse a si misma–. Era muy fea. –

Tarble miró con curiosidad a la pequeña. Se pasaba todo el día durmiendo y a penas comía, de ahí que su aspecto cada vez fuera más enfermizo. Temía que acabase mal y tuvieran que trasladarla a la enfermería de manera urgente.

Almas Unidas [BulmaxVegeta] ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora