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El ataque a la base de Cooler fue inevitable. Guerreros con armaduras doradas salían de la nave que sobrevolaba el planeta para atacar a los soldados que rendían obediencia al cruel tirano. Entraron a la fuerza y lucharon contra todo enemigo que se interponía en su camino. Habían recibido órdenes de matar a todo aquel que fuera contra ellos y de liberar a todos esclavos o seres de escaso poder.
Mientras se libraban diversas batallas por toda la base, Vegeta volaba por los pasillos cargando a Bulma entre sus brazos. Ninguno de los dos sabía quién era el atacante. El Príncipe solo era consciente de que aquella no era su lucha. Posiblemente podía ser una oportunidad para unirse a quien decidía atacar la base de Cooler.
–¡Vegeta! –el grito de Bulma le apartó de sus pensamientos. Contempló a la mujer que observaba detrás de él con temor. Se giró, encontrándose con Turles volando detrás de ellos.
–Hijo de perra–aferró a la mujer con fuerza y aumentó la velocidad del vuelo. Ella gritó asustada mientras veía como el guerrero les seguía con una sonrisa macabra en su rostro.
Turles no pensaba perder la oportunidad de enfrentarse con el Príncipe. No iba a dejarle escapar con facilidad, por lo que aumentó la velocidad del vuelo a la vez que estiraba uno de sus brazos. Bajó los ojos azules de Bulma, creó una esfera amarilla en la palma de su mano. Ella se espantó al ver las intenciones del saiyajin y quiso avisar a Vegeta, pero su enemigo fue más rápido que sus palabras.
Por fortuna, Vegeta pudo sentir aquella esfera de ki y, antes de que impactase contra él, protegió a Bulma con su cuerpo. El golpe le dio en la espalda y le hizo perder el equilibrio, tumbándoles a ambos en el suelo.
–¡No huyas, cobarde! –Turles bajó el vuelo y se quedó a un metro de distancia. Bulma tenía la espalda pegada al suelo mientras gemía dolorosamente por el impacto, mientras que Vegeta estaba encima de ella, rodeándola por la cintura y con una leve herida en el hombro por culpa de aquella esfera de ki–. ¿Y este es el famoso Príncipe de los saiyajins? –
Vegeta se incorporó mientras analizaba el estado de Bulma. Gracias a que la protegió salió ilesa del ataque que, aunque no era potente, resultaba mortal para alguien como ella. Con el ceño más marcado se giró para enfrentar a Turles, quien estaba de brazos cruzados, con la cabeza alta y aquella sonrisa de lado. El Príncipe estaba dispuesto a borrarla de una vez por todas.
–Esto empieza a ser divertido–comentó Turles que ignoró al Príncipe para fijarse en Bulma–. Esa mujer es con la quien tuviste al engendro. No, mucho mejor. Tuvisteis dos. –
–¿Esas serán tus últimas palabras? –Turles alzó una ceja sin borrar su sonrisa. Sabía que su postura desquiciaba a su enemigo, pero no tenía en cuenta que éste era mucho más altivo y poderoso que él.
–Deseo matarme, pero reconozco que preferiría que tu hijo fuera el primero–el saiyajin separó los brazos y los puso a ambos lados de su cuerpo. Vegeta le analizaba, sabiendo que el combate tendría comienzo en poco tiempo–. Ahora me replanteo otras cosas. –
Turles avanzó hasta él con paso lento. Vegeta, por su parte, se puso en posición de combate, dispuesto a golpearle si se acercaba más. Miró un momento a Bulma por el rabillo del ojo para comprobar que estaba bien. Ella se encontraba de pie y pegada a la pared, con un gesto asustado mientras no perdía detalle en el guerrero que les hizo frente.
–Pensaba patear al desgraciado de tu hijo y dejarle inmovilizado para que viera como disfrutaba de esa ramera que le regalé–Turles se detuvo a medio metro de él. En ningún momento desapareció aquella malévola sonrisa, la cual compaginaba a la perfección con la frialdad de sus palabras–. Ahora puedo patearos a los dos y, cuando estéis comiendo suelo y sin poder moveros, veréis como me divierto con esa de ahí. –
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Almas Unidas [BulmaxVegeta] ORIGINAL
Fiksi PenggemarUA. Segunda parte de Almas Perdidas. Tras años de tranquilidad, Cooler y Cold aparecen para que la historia vuelva a repetirse para Bulma y Vegeta. Ahora el Príncipe deberá luchar para salvar a su familia, pero no lo hará solo. ¿Quiénes son los que...