Capítulo 8. Y si...

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No sabía la hora que era y, sinceramente, tampoco quería moverse para verla, porque eso significaría separarse de él y no quería. Cuando despertó su primera reacción fue sobresaltarse y la segunda, tras un leve recuerdo de la noche anterior, fue maldecirle a él. Bulma abrió los ojos y se encontró con su brazo rodeando el torso del Príncipe y una de sus piernas entrelazadas con las de él. Su cabeza estaba sobre su pecho, que subía y bajaba, mientras él dormía plácidamente ajeno al despertar de la mujer.

Su cuerpo, como ya le avisó, era cálido, mientras que el de ella era frío. Pensó que el motivo de la diferencia de temperatura era debido a que ambos eran de distintas razas. Alzó un poco la cabeza para verle dormir. Él estaba boca arriba, con una mano colocada sobre la almohada y la otra rodeándola a ella. Sus facciones estaban relajadas, como nunca antes le vio. Le pareció inofensivo, sin maldad alguna en él, como un niño pequeño que dormía después de horas de juego. Volvió a mirar su cuerpo y se perdió en el relieve de éste.

Con la yema de sus dedos acariciaba el cuerpo masculino que tenía a su lado, mientras escuchaba los latidos de su corazón en compás de su respiración. Contempló cada herida curada y se preguntó cuáles eran sus historias. Inevitablemente recordó la vida de aquel hombre y pensó en sus desgracias. Su hija lejos de él, su hijo a unos pasos siendo el títere de su enemigo y una mujer que no estaba. Se preguntó cómo sería. Si era una mujer hermosa y fuerte, así como lo era él. No pensó que tuviera celos de alguien que no conocía, pero albergaba en su interior una incomodidad latente que se hacía más y más fuerte cada vez que la pensaba. Si esa mujer apareciese en ese momento ¿seguiría él interesado en seducirla o volvería a los brazos de ella? Pensó en lo segundo. Ella era la madre de sus hijos, fue a ella a quien eligió como compañera de vida. No podía luchar contra eso.

De pronto se escuchó un sonido que rompió por completo el silencio que habitaba en aquel dormitorio. Bulma cerró los ojos con rapidez e intentó relajar su rostro. Pasados unos segundos sintió como él se removía perezosamente. Le escuchó soltar un bostezo y luego una risa sonora. Imaginó que era por descubrir la postura en la que estaba ella. Sintió como el brazo que la rodeaba se extendía y, tras cortos segundos, aquel molesto ruido dejó de sonar.

Volvió a notar como su mano se colocaba en su espalda y la otra sobre su brazo. Él estaba acariciando su piel con delicadeza haciendo que un escalofrío recorriese su cuerpo. Se movió un poco para que él supiera que iba a despertarse. Lentamente abrió los ojos, alzó la cabeza y le contempló. Él la observaba sin dejar de tocarla.

–Acerté–dijo él con voz ronca. Ella sonrió sin evitarlo–. Eres muy mala actriz. –

–¿Por qué lo dices? –Bulma se incorporó, apartándose de él y rompiendo todo contacto con su piel.

–Porque has fingido dormir–ella enmudeció al ser descubierta. Aquel comportamiento solo sirvió para que la teoría de él fuera cierta–. Te has despertado y no te ha extrañado ver que estabas tal y como te dije. –

Bulma rodó los ojos. Tenía razón, no era muy buena en la actuación. Echó un mechón suyo detrás de su oreja y le contempló con vergüenza.

–¿Te has arrepentido de no haber aprovechado esta noche? –ella negó con la cabeza–¿segura? He notado como me tocabas. –

Nuevamente él volvió a silenciarla, provocando una sonrisa de lado al ver su reacción. Se inclinó un poco para estar sentado, como lo estaba ella. Bulma no se había quitado el vestido para dormir, y él tampoco se quitó los pantalones. La vio amanecer como llevaba haciéndolo desde hacía años, nunca pensó que llegaría a extrañar tanto una sensación como aquella.

–¿Sabes que eres más agradable cuando duermes? –en ella se notaba la molestia, pero se apreciaba en su voz cierta burla que a él le gustaba–. Sentía curiosidad por tus heridas. –

Almas Unidas [BulmaxVegeta] ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora