Capítulo 2. Esclavos.

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¡Aquí os dejo con el segundo capítulo de la historia!

Siento mucho la tardanza pero no he podido subirlo antes, como recompensa mañana subiré el capítulo 3 :)

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Bulma contemplaba la larga melena oscura de la mujer que ante ella estaba, la cual se mecía con su caminar. Cuando terminó de comer en el laboratorio, se presentó aquella desconocida con la mirada clavada en el suelo mientras Bonnet le ordenaba hacerse cargo de la científica. No se habían dirigido la palabra, ni siquiera fue capaz de mirarla a los ojos, sólo se limitó a hacerla un pequeño gesto con la mano para que siguiera sus pasos hacia algún lugar que ella desconocía.

Durante el camino que compartieron, la humana centró su atención no sólo a su desconocida compañía, sino a todo su alrededor. De este modo pudo apreciar que aquella base estaba dividida en zonas. Una de ellas eran las que utilizaban los soldados y personal de importancia, como los científicos y enfermeros, y luego estaba el área de los esclavos. Los pasillos mostraban las paredes más agrietadas, con algunas luces parpadeando o sin alumbrar si quiera. El suelo solía estar manchado, con algunas baldosas levantadas, mientras que el olor de humedad se adueñaba de cada rincón.

Mientras caminaban se cruzó con dos guerreros que acaloradamente se reían, haciendo que las carcajadas resonasen por todo el pasillo. El que iba delante tenía una apariencia escalofriante, alto y musculado, con la piel grisácea, los ojos amarillos, nariz torcida, cicatriz en el pómulo derecho y sin existencia de cabello. Ese hombre llevaba entre sus manos una pequeña cadena que ataba a tres mujeres que iban detrás de él en fila. Sus apariencias jóvenes, inocentes y asustadizas la espantaron, ni siquiera fue capaz de aguantar la mirada por más de dos segundos. Detrás de ella iba el segundo soldado, pero no quiso contemplarle.

Al cruzarse fue incómodo. Escuchó algún comentario acerca sobre su físico y lo que querría hacerle, al igual que tuvieron palabras para referirse a la mujer que la estaba acompañando. Ella no hizo ningún caso. No sabía si estaba asustada o realmente le era indiferente, porque su postura era la misma que tuvo cuando la conoció. Para suerte de Bulma los soldados pasaron rápido, siguieron su camino y dejaron que ellas continuaran con el suyo.

Finalmente, aquella mujer que la estaba guiando hacia un destino desconocido, se detuvo delante de unas puertas de madera. En aquella zona no habían instalado las compuertas con códigos, sino que se abrían con una llave normal. La morena accedió primero a la sala a la que llevaba y tras ella la siguió la peliazul. Los ojos de Bulma contemplaron cada rincón de la polvorienta habitación.

Era un dormitorio con paredes que alguna vez fueron blancas y ahora se teñían de un color amarillo sucio, con grandes humedades y grietas como adorno. El mobiliario contaba de dos camas individuales, de colchones destrozados y cubiertos con colchas de tamaño más pequeño. Había un armario con las puertas rotas junto a un espejo con los bordes negros.

–¿Está es mi habitación? –preguntó Bulma con una mueca asqueada mientras veía como algún bicho se metía por las grietas de la pared.

–Nuestra–la humana se giró a ver a la joven que tenía un tono de voz bajo. La mujer había alzado la mirada, consiguiendo, finalmente, el poder mirarla.

Aquella mujer de tez pálida tenía los ojos igual de negros que su lacio y largo cabello. Miró su largo vestido morado que cubría desde su cuello hasta sus pies, con unas mangas largas que se ensanchaban, ocultando de esta forma sus manos. Podía ver el escudo de Cooler a la altura del pecho, y adornándole un colgante oscuro junto con un candado.

–¿Cómo te llamas? –preguntó Bulma contemplando curiosa a la mujer, quien había llevado sus manos hacia atrás de su espalda, así como la privó de nuevo de mirarla a los ojos, cuando bajó la mirada para contemplar algún punto perdido en el suelo–. Mi nombre es Bulma. –

Almas Unidas [BulmaxVegeta] ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora