Dejà Vu

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DÉJÀ VU

El carro elegante negro que siempre llevaba a Mycroft estaba ya en la entrada mientras varios policías trataban de clamar a los medios de comunicación y a las personas curiosas con un espectáculo de luces, fuegos pirotécnicos y acróbatas profesionales disfrazados de policías y paramédicos que también fungían como actores en el mismo lugar haciendo la velada única, especial y mágica haciendo que los verdaderos paramédicos y policías del lugar parecieran otros tantos actores más del montón una obra finamente orquesta por el gobierno para entretenerlos ¿El resultado final? Los fondos posiblemente se juntarían, todos olvidarían el pequeño accidente de Madame Virgil y seguramente la presencia de la policía en el baño seria simplemente como una mera propaganda antes de que empezara el verdadero espectáculo. “Pan y circo para el pueblo, solo pan y circo...”

- Es de noche Anthea y aún estas a tiempo de volver junto a tu amante - dijo tranquilamente el pelirrojo como si no hubiera pasado nada a su alrededor aun sosteniendo la mano cálida de su ayudante.

- estoy junto a mi amante.- respondió ella graciosamente - Mi mujer está esperándome en casa.- divertida la castaña había soltando ese agarre fraternal y volvió a su celular.

- El sarcasmo nunca te ha sentado bien, pero debo admitir que mejoraste con los chistes -

- Puedo acompañarlo al hospital, si quiere -

- Sé que puedes; pero no lo harás. Regresa a casa y asegúrate que nada de lo que paso esta noche se sepa en los medios y que el Inspector no reciba ninguna clase de reprimenda.-

- Entendido -

- ah… y Anthea –

- ¿sucede algo malo señor?-

- Que le den al Detective Inspector unas merecidas vacaciones.-

OoOoOoOoOoOoOoOOoOoOoOoOoOoOoO

Greg estaba lo que le seguía de aburrido ¡Al fin entendía el aburrimiento de Sherlock! Estar aburrido era lo peor, llevaba una semana de holgazanería. Siete de treinta días de vacaciones que lo habían obligado a tomar en este lugar. Aunque para ser honestos apenas hace dos días que se acababa de levantar de la inconciencia por culpa del cansancio, desgaste y por supuesto un buen golpe en la cabeza. Pequeña gran reprimenda había recibido cuando despertó por parte de los médicos y de sus compañeros de trabajo, todo el escándalo con Mándame Virgil se calmó y también con aquel asqueroso sujeto aunque le recomendaron absoluta discreción, a veces aún le dolía la cabeza que estaba cubierta de vendas ya que la herida seguía sin cicatrizar del todo pero con unas pastillas y sueño el dolor de iba, le gustaba pasar el día dormido aunque a veces era evidente que el sueño no vendría a él y debía lidiar con la jaqueca o el aburrimiento.

Lestrade miró por la ventana para ver el jardín.

Nadie podría creerle jamás que se estaba quedando en una de las mejores mansiones de Londres, con la comida más deliciosa del mundo, con teatro en casa, jardines extensos que no se comparaban con los mejores parques de Londres y las personas más educadas que creía que solo existía en la imaginación de los escritores, ¡tanta magia esparcida en este lugar era imposible de creer! y lo peor era que no podía entablar una conversación con nadie del exterior hasta que el “pequeño” problema político que había desatado desapareciera por completo o eso le dijeron.

Las personas que estaban aquí no le hablaban demasiado, bueno por lo menos no las importantes, la servidumbre siempre era muy animada le sonreía y se retiraban cabizbajos como si se los fuera a comer cuando decían que "el señor" estaba cerca o en casa, fuera de eso eran muy sociables y simpáticos. La chica del celular tardaba en contestarle y a pesar de ser tremendamente sensual y provocativa tenía ese algo que lo repelaba, era como ver a una de sus hermanas y  no era su estilo.

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