Cap 6

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 Hielo y fuego.

Oniria encuentra a Insomia.

¿Castigo por ser diferente?

Fue algo breve y al mismo tiempo eterno... Como si el tiempo se hubiese detenido para ellos dos, exclusivamente para que pudiesen contemplarse el uno al otro, como si todo estuviera planeado para que se encontraran y sintieran es sus almas tanta debilidad y ansias, para que cada uno por separado sintiera su corazón dar un fuerte golpe en su pecho. Fue algo breve pero quizás eterno para sus recuerdos.

El silencio reino por breves momentos. Mycroft no terminaba de creer lo que veía, ¡qué vergüenza que lo viesen en este estado tan deplorable! De todos los momentos de su vida en los que se veía tan elegante de traje o con alguna ropa que le hacía ver no tan gordo, justo el día en el que estaba "menos" presentable se tenía que encontrar con el chico que tanto había buscado. El castaño estaba ahí, de pie, a unos cuantos centímetros de distancia, era básicamente más alto, más delgado de cuando lo conoció, más maduro. Traía perforaciones en las orejas y en el entrecejo, ropa vulgar y rebelde pero que le sentaba a la perfección, que se ajustaba a su sexy cuerpo.-(a excepción de esa chamarra vieja a la que al parecer le tenía tanto afecto) y a pesar del estereotipo de chico malo se veía jodidamente bien.

El chico con canas en el cabello achocolatado aparecía de nuevo, viéndolo con aquellos ojos marrones tan expresivos y aun que se veían temerosos y tristes, poseían la misma determinación con la que los vio la primera vez, con ese fuego interno que no se podía extinguir ni con la peor tormenta. ¿Sería posible conocer a un ángel así en semejante infierno?

Mientras tanto Lestrade no sabía que hacer exactamente, es decir, su corazón no dejaba de latir entusiasmado, emocionado como cuando niño y aun así se sintió temeroso, pequeño y tonto, bueno quien no se sentiría así con aquella mirada escrutadora y fría analizándolo por completo "gracias a dios este chico no es más alto, porque si no..." Lestrade se relamió los labios, nervioso, juraría haber tenido un pensamiento así hace mucho tiempo tanto como para sentirse frustrado por no recordarlo. Sus manos comenzaron a sudarle, su mente estaba en blanco aunque, para ser un poco más honestos pensar en las consecuencias de sus actos no era lo suyo y no tenía siquiera tiempo para meditarlo un poco más. Si había visto a aquel pelirrojo en algún punto de su vida, no lo recordaba y si era importante o no, bueno, a él le venía valiendo lo mismo. Ahora estaba ocupado tratando de quitarse de encima a uno de esos chiquillos que se le habían montado por la espalda lastimada cuando se había metido en aquella brecha de espacio tiempo "maldito crio"- pensó molesto inclinándose lo suficientemente rápido como para tirar de un solo movimiento al intruso, sintió como la piel se le rasgaba nuevamente por atrás, más ignoro el dolor para centrarse en esos niños al tiempo en que se había inclinado para tirar al chico también por accidente se le cayó el pastel y no solo eso, los chiquillos en su desespero por golpearlo lo habían pisado echándolo a perder "adiós linda velada con la familia" pensó furioso. Cogió a uno de la camisa y lo golpeo en la mejilla con el puño cerrado con tanta fuerza que al caer este ya no se levantó. Esto se había vuelto personal. Irónico.... Él se refería ante aquellos chicos como "chiquillos, críos, niños" siendo que él tenía la misma edad.

Le propino un puñetazo a uno de ellos y esquivo una patada de otro, tuvo que empujar al niño obeso para que no le pegaran y escudarlo a su espalda a cambio había recibido un buen gancho en el estómago y posiblemente un labio desflorado. Gracias a todos los cielos que había tomado clases de defensa con su padre antes de que este muriera porque si no ahorita estaría posiblemente pidiendo misericordia en el suelo.

- Son muchos. Las probabilidades no están a tu favor y mucho menos con semejantes heridas en tu espalda.-

Lestrade escuchó atentamente lo que el chico pelirrojo le había dicho ¿Cómo sabia lo de las heridas? Se giró para verlo con verdadera ingenuidad y antes de que dijera algo Mycroft lo jalo de la chamarra negra de su padre hacia la izquierda para evitar un golpe a su cabeza. Gregory juraría haber visto el puño en cámara lenta pasar por un lado a escasos centímetros de su cara.

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