𝟲.

2.6K 345 230
                                    

Kiyomi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kiyomi

—¿Te sientes un poco mejor? —preguntó Mitsuri con una dulce sonrisa surcando sus labios. La chica no me había dejado ni un momento sola desde lo ocurrido y Obanai aún no regresaba. Estaba tardando y eso me preocupaba.

—Sí, muchas gracias por el té —le sonreí de vuelta, ella tomó asiento frente a mí y miró a todos lados antes de acercarse y susurrar:

—Oye, ¿ibas en serio con lo de conseguir empleo? —parpadeé un par de veces, tratando de comprender su graciosa discreción.

—Sí, realmente lo necesito. En Estados Unidos tenía uno, no quiero perder ese buen hábito, además, necesito el dinero —rasqué mi nuca con nervios.

—Entonces, te tengo una propuesta —le miré atenta. No podía negarme a cualquiera que fuera el trato, si eso implicaba un ingreso económico extra a mi hogar, lo haría.

ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ───◌┈┈───♡⃝───┈┈◌───

Obanai

Traté de relajarme y disminuir el molesto palpitar de mi corazón, respiré hondo las veces suficientes y envié un texto a mi madre, avisando que llegaría un poco tarde, no di motivos, mamá nunca desconfiaba de mí y agradecía por ello.

Tomé su mochila de Kiyomi y la pasé por uno de mis hombros, no me contuve de rodar los ojos por la ridícula cantidad de llaveros y adornos que llevaba colgando en su ella, de distintas bandas, anime, series, etc. Era como una niña.

Había uno en particular que captó mi atención, era una pequeña serpiente color blanco, con dos pequeñas piedras brillantes de color rojo por ojos.

Las manos me sudaban de los nervios cuando Kiyomi salió por la puerta, tenía el rostro hinchado y los ojos rojos, tenía una bolsa de plástico en las manos, seguramente un pastel de parte de Mitsuri.

—¿Estás lista? —era casi un susurro pero logré sorprenderla, estaba ensimismada, asintió en un ligero movimiento y sonrió sin mostrar sus dientes.

Se abrazó al abrigo con fuerza, a mi abrigo, en busca de un poco más de calor y algún tipo de seguridad extra para poder caminar.

El camino inició en silencio, ninguno hacía el esfuerzo por charlar con el otro, era un silencio forzado y tenso. Decidí dar el primer paso pero ella se adelantó, con la garganta reseca y la voz rasposa.

—Gracias por lo que hiciste hace un rato —su mirada estaba fija en el camino—. No sé qué hubiera pasado si tú no hubieras interferido.

—No es nada. Si hubiera aparecido antes, te aseguro que ni siquiera te hubiera puesto una mano encima. Además —sus ojos se posaron en mí, podía verla de reojo, el azul de sus ojos brillaba bajo las luces artificiales como dos pequeñas estrellas parpadeantes— te debo una.

𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄 𝐀 𝐕𝐄𝐑 ⊹₊̇ ── 𝑖𝑔𝑢𝑟𝑜 𝑜𝑏𝑎𝑛𝑎𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora