𝟭𝟬.

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Kiyomi

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Kiyomi

Sus labios se encontraron con los míos en un ataque hambriento, necesitado, desesperado. Obanai se movía con habilidad mientras yo sólo trataba de seguirle el paso de manera torpe, sus labios habían tomado el dominio sobre los míos, degustaba, mordía y manejaba a su voluntad; sus manos viajaron por detrás de mí cabeza, echándola hacia atrás con la punta de los pulgares, hacía una presión en mi cuello que desataba algo indescriptible, sentía mi cuerpo temblar de pies a cabeza.

Su lengua acarició repetidas veces mi labio inferior, buscando más acceso, y yo apenas pude responder y consentir su petición, abriendo lo suficiente mi boca para que continuará. Su lengua jugueteo con la timidez de la mía e inspeccionó con avidez cada rincón de mi boca, el beso sabía a menta y café, quería aferrarme a guardar cada detalle que sus labios me ofrecieran pero me era imposible al paso que él lo estaba llevando.

Mis manos viajaron hasta su cabello, donde juguetearon con las hebras y tiraron de ellas en repetidas ocasiones, más de una vez me gané un ronco y profundo jadeo de su parte.

Sus manos tomaron mi cintura, enterrando las puntas de sus dedos en mi piel cubierta, estaba buscando acercarnos más, como si eso fuera posible. Entonces, sus manos descendieron un poco y tomaron mis muslos con fuerza, para luego envolverlos en sus caderas.

Sentía una presión en el pecho, era una sensación complemente nueva y maravillosa, porque el estómago me revoloteaba y sentía cada parte de mi cuerpo vibrar bajo su tacto. Y Obanai me estaba haciendo sentir que no había duda suficientemente grande que ahora pudiera alejarme de él. Ya no.

Joder, decir que me gustaba de estaba era incluso ofensivo. Obanai me tenía embrujada, encantada, enamorada.

—Chicos, hay muchas mesas por aten... ¡Ah! —nos separamos de golpe, mis pies tocaron torpemente el suelo, Mitsuri cubría sus ojos y movía su cabeza en repetidas ocasiones, tratando de borrar lo que acababa de ver, ¿tan mal se veía?— ¡No vi nada, no vi nada! ¡Les juro que no vi nada!

—Mitsuri, por favor —limpió la comisura de sus labios con el pulgar, borrando todo rastro de saliva que se había escapado, se notaba molesto. Si Mitsuri no hubiese interrumpido... —. No es como que jamás hayas visto a nadie besarse —me llevó a su pecho en un inesperado movimiento, alzó mi rostro con la punta de su dedo índice y medio e imitó sus actos ahora en mis labios, delineandolos con lentitud, una tormentosa lentitud.

—¡Estás corrompiendo a mi querida Kiyomi-chan, no puedo actuar de otra forma! —no podía prestar atención a nada de lo que Mitsuri decía, los efectos de aquel beso en Obanai era mejor que ver cualquier pieza de arte; tenía los labios hinchados, rojos, brillantes y carnosos, había un brillo nada común en sus ojos y el cabello lo tenía alborotado a causa de mis manos— ¡Este no es lugar para sus demostraciones de afecto!

𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄 𝐀 𝐕𝐄𝐑 ⊹₊̇ ── 𝑖𝑔𝑢𝑟𝑜 𝑜𝑏𝑎𝑛𝑎𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora