𝟵.

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Este capítulo tocará temas delicados como algún trastorno mental o violencia intrafamiliar o doméstica, será una mención leve.

Se recomienda discreción.

Si tú estás pasando por una situación que ponga en riesgo tu integridad como persona, no dudes en buscar ayuda, hablar con las personas adecuadas o recurrir a las autoridades locales.

No estás solo/sola.

No estás solo/sola

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Kiyomi

Kiyomisu voz era aterciopelada, tranquila, sus manos comenzaron a acariciar mi cabello con suavidad, como si su tacto pudiera lastimarse—. Te extrañé mucho —abrí los ojos y ahí estaba él. Obanai. Vestía un extraño uniforme militar, un haori a rayas, había vendas cubriendo hasta el borde de su nariz.

Tú... Estás aquí —me enderecé en mi lugar. Las palabras habían salido sin previo aviso, no tenía control de lo que hacía—. Mi amado Obanai —mi cuerpo lo tomó en brazos, con mi cabeza reposando contra su hombro. Las lágrimas no se hicieron esperar. Era otro de esos sueños, donde sólo soy una espectadora.

¿Qué no te hice una promesa? —me acercó más a su pecho, pude sentir el palpitar de su corazón junto a mi pecho. Analicé el momento, el lugar, los detalles.

Como su cabello estaba notoriamente más corto a la última vez que nos habíamos visto en sueños; su cuerpo había cambiado al de un hombre, había dejado de ser un niño y se notaba más alto, sólo un poco pero lo hacía; pero Obanai seguía siendo Obanai. El chico del que estaba enamorada en aquellos sueños.

Ahora, solo depende del destino —susurró, me separé de su pecho y tomé su rostro entre sus manos para comenzar a quitar esas vendas. Aquellas cicatrices eran visibles pero no tan grotescas, había pasado el tiempo.

Jamás volverás a sufrir —besé cada centímetro de aquellas heridas cicatrizadas—. Yo tomaré todo, yo quitaré ese sufrir de tu vida, seré quien traiga calma a tu nueva vida.

¿Cómo te voy a encontrar?, ¿cuándo volveré a verte? —su frente se unió a la mía. Tan cálido, tan suave, tan él.

Cuando todo esté listo, cuando tú y yo estemos listos.

¿Y si no te reconozco?

Te voy a golpear hasta que lo hagas —rió como nunca lo había escuchado hacerlo, me recostó sobre el suave césped, fue hasta aquel momento en que pude notar como nos cubría la gran sombra de un árbol de sakura, los pequeños y delicados pétalos caían sobre su cabello. Se coloco sobre mí, sin dejar caer su peso.

𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄 𝐀 𝐕𝐄𝐑 ⊹₊̇ ── 𝑖𝑔𝑢𝑟𝑜 𝑜𝑏𝑎𝑛𝑎𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora