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Kiyomi

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Kiyomi

Las siguientes semanas transcurrieron con normalidad. No volvimos a tocar el tema de aquella cena. Las lluvias cesaron al día siguiente, dando la mejor vista de Kagaya en colores brillantes y vividos bajo la cálida luz del sol.

Y después tanto tiempo, comprendía porque nunca me había encontrado con Obanai.

Compartíamos clases este año, el mismo salón y a los mismos compañeros desde en inicio del instituto pero, por razones obvias, no lo sabía; en secundaria había sido distinto, ni siquiera coincidimos en piso y su única amiga había sido Mitsuri. Mientras yo ayudaba en el club de jardinería, él participaba en el club de vóleibol.

Obanai.

El chico no dejaba de sorprenderme con cada acción que hacía, cada paso que daba. Se había ganado mi completa confianza en un par de días y, más importante aún, parecía llevarse genial con mi grupo de amigos e incluso con mi hermano. Y eso ya era ganancia.

Lo que me había mostrado, aquella horrible faceta no era lo usual en él y ahora estaba comprobado. Una corriente eléctrica me recorría la espalda de solo pensar en aquel motivo que lo había llevado a comportarse así: Celos. Podría ser solo mi mente jugando con aquel sentimiento que revolvía mi estómago cada vez que lo miraba, que charlábamos o simplemente caminaba a su lado, pero quería comprobarlo primero.

La frecuencia con la que nos veían juntos ya era algo casi normal para nuestro grupo, aunque Kyojuro no dejaba de insistir en que eso no parecía una simple amistad que va comenzando. Aún no le contaba el asunto de Obanai y la relación que había entre él y mis sueños, cuando lo hiciera su cabeza finalmente iba encenderse en fuego y comenzaría a trabajar como cupido, lo podía sentir y no estaba preparada para ello.

Y así habíamos llegado a aquel viernes, última hora escolar y las ganas de salir huyendo aumentaban aunque, por ser viernes, debíamos quedarnos hasta tarde limpiando la escuela y sus al rededores.

—Buenas tardes, jóvenes, tomen asiento —miré sorprendida al profesor y luego mi vista viajó a Kyojuro, estaba sentado a un lado de mí y parecía un poco incómodo, se removía en su asiento y evitaba enfocarse en la persona que había entrado al aula—. Mi nombre es Shinjuro Rengoku y voy a ser su nuevo profesor de historia.

—¿Porqué no me dijiste nada? —susurré hacia el rubio, tratando de no llamar la atención y recibir una reprimenda por interrumpir al profesor.

—Porque ni yo estaba enterado de esto —lo miré con reproche, sin creerle mucho—. Bien, solamente habló de un nuevo trabajo pero que había llegado prácticamente como urgente porque no tenían un profesor en concreto, jamás creí que sería precisamente aquí.

—Para ser viernes, veo bastantes caras desanimadas, ¿les toca limpieza hoy? —asentimos en voz alta y el sólo suspiro— Una de las ventajas de no ser parte del alumando y nuevo en esta escuela —algunos compañeros rieron con el comentario del profesor. Pude ver desde mi lugar a Obanai rodar los ojos, estaba a unas cuantas filas apartado, y cuando me descubrió mirándolo, puso su mano derecha junto a su cabeza pretendiendo ser un arma, bajó su cubrebocas y pude leer en sus labios un “Me quiero morir”.

𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄 𝐀 𝐕𝐄𝐑 ⊹₊̇ ── 𝑖𝑔𝑢𝑟𝑜 𝑜𝑏𝑎𝑛𝑎𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora