𝟭𝟮. 𝗧𝗶𝗲𝗺𝗽𝗼 (𝗦𝗲𝗴𝘂𝗻𝗱𝗮 𝗣𝗮𝗿𝘁𝗲)

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Obanai

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Obanai.

El viento soplaba, mecía las ramas de los árboles, revolvía mi cabello pegándole a mi rostro, había un aroma dulce, puro, a flores. Un tacto gentil retiro los mechones de mi rostro, desapareciendo el obstáculo para poder deleitarme a gusto de aquel dulce perfume.

—Abre tus ojos, por favor —hice caso, sin protestar siquiera. Sobre mí había un árbol de cerezo, los pétalos caían con gracia, en un danzar con el viento, sereno y pacífico—. Así que tú eres la reencarnación de mi Obanailogré enderezarme de inmediato, sintiendo la hierba fresca bajo la palma de mis manos, ahí estaba ella. Kiyomi.

Pero no era la chica con la que pasaba mis días, a la que besaba, a la que amaba. Era esa niña, de no máximo 13 años, con el cabello más corto y los ojos no tan brillantes. Aquella que había sufrido incluso más que yo, a la que no había salvado...

—Nuestra historia te ha estado atormentado, ¿verdad? —su mano se estiró para acomodar un mechón de cabello detrás de mí oreja, su tacto era rasposo, sus manos estaban lastimadas, podía ver callos y cicatrices en sus dedos— Puedo interpretar tu silencio —recargó su espalda contra el tronco del árbol, cerró sus ojos y respiro hondo el aroma del lugar. Estaba simplemente sorprendido, la imagen era demasiado real, como si no estuviese en un sueño...—. Me alegra saber que me encontraste, ¿o yo te encontré?, como sea. Estoy feliz.

—¿Ustedes no son la misma persona, verdad, por eso son tan distintas? —abrió un ojo y me inspeccionó con una sonrisa dulce, apenas curvando sus labios hacia arriba un poco.

—No, somos exactamente la misma persona. Pero es algo difícil de explicar —hundió sus dedos en la hierba, podía ver sus pequeños dedos, una cicatriz en el dedo índice izquierdo, curiosa...—. Este fue el lugar donde me dejaste para que esperara por . Aquí me enterró el pilar de la flama.

—¿Porqué dejaste de visitarme? —pregunté, sintiendo un nudo duro en la garganta. Hubo algún punto, poco antes de que aceptará lo que sentía por Kiyomi, donde esa pequeña no apareció más en mis sueños, y dolió como el mismo infierno— Tengo tantas dudas, tantas preguntas qué hacer y tú no aparecías más en mis sueños... ¿Qué es lo que está pasando?

—Obanai —tomó mis manos entre las suyas, acariciando la piel que sus pulgares presionaban, había tristeza en su rostro, en su voz—. Esta será la última vez que nos veremos el viento sopló entre nosotros, ni siquiera había notado que había un cúmulo de lágrimas en mis ojos, ella se acercó para quitarlos antes de que resbalaran por mis mejillas—. No estés triste. Mi alma descansa en paz ahora porque al fin podemos estar juntos —acarició mi rostro y los pequeños detalles en él—, yo no soy de este tiempo, Obanai, vengo de una vida pasada, y ahora debo dejar que las cosas sigan su curso con mi reencarnación —tomé su mano y la presione más contra mi mejilla—. No temas. No me perderás, no moriré hasta que la vejez me alcance, nunca te dejaré... Porque te amé en los días más difíciles; te amo en nuestro presente, aunque ni siquiera lo sepa todavía; y te voy a amar por siempre, porque mi corazón es tuyo, y cuando nos volvamos eternos, y la vida no nos alcance para seguir así, te seguiré amando hasta que seamos parte del mismo universo —sus brazos se envolvieron en mi cuello, atrayendome en un abrazo lleno de mil cosas y sentimientos que lamentablemente habían estado callados por demasiado tiempo—. Pero antes, debo contarte todo, quién soy y quién eres tú... Y advertirte de lo que viene a sus vidas —la mire sorprendido, esperando a que volviera a hablar. Quería retener la máxima información posible, apreciar el momento, pero había algo que no quería ver nunca más...

𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄 𝐀 𝐕𝐄𝐑 ⊹₊̇ ── 𝑖𝑔𝑢𝑟𝑜 𝑜𝑏𝑎𝑛𝑎𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora