¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Obanai
—Un gusto conocerte, Hashibira-san. Yo soy Kanroji Mitsuri, él es Iguro Obanai, somos del primer grupo de tercer...
—Lo siento, yo... —interrumpió a Mitsuri, su gesto parecía realmente afectado— Tengo que irme —evitó mirarnos de vuelta a toda costa, dio media vuelta y llevó a su hermano consigo entre sus brazos. Parecía que, más que estar apresandolo, se apoyaba en él para no caer de nuevo contra el suelo.
—Oh, debe tener prisa, ¿vamos a la cafetería? Muero de hambre —miró sin mucho afán por donde esos dos se habían marchado, Mitsuri solía ser distraída, pero era imposible que no notará la reacción de aquella chica.
—¿No viste su cara?
—No... —me resistí de rodar los ojos.
—Esa mocosa parecía estar a punto de tener un colapso —Mitsuri vio sorprendida el lugar por donde el par se había ido—. Es ella —confesé con nervios.
—¿Eh?
—Ella es la misma chica que veo en mis sueños; su nombre, su voz, todo en ella es idéntico.
—Oh, Dios mío, Iguro-san, ¡esto es el destino! —tomó mis manos entre las suyas, me miró con brillo en sus ojos, oh no—, tenemos que hacer algo.
—No —me zafé de su agarre y comencé a caminar rumbo a nuestra aula, me seguía de cerca—. Es una mera coincidencia que coincidieramos aquí.
—No lo creo, Iguro-san. Esto es realmente obra del destino, tenemos que ir donde esa vieja bruja de nuevo.
—Mitsuri, por última vez, no haré eso de nuevo.
—Pero...
—No pretendo gastar mi dinero en alguien que basa sus opiniones viendo una esfera de vidrio con efectos de luz y el soundtrack de el exorcista de fondo.
—Mmm —se quejó en voz alta, algunos estudiantes la miraron.
—¡Para con eso!
—¡Iguro-san, eres muy malo! —lloriqueo, casi gritando.
—¡De todas formas no iré!
—Deberías bajar la voz de vez en cuando, Iguro —tenía una sonrisa burlona en el rostro, había escuchado lo suficiente.
—¿Sabes que aunque escuches nuestras conversaciones, nos sigas y mantengas tu acoso constante, no lograrás nada con Kanroji, verdad, Tengen? Tipos como tú le dan asco —una vena se marco en su rostro, mostrando irritación.
—Veamos qué dice cuando al fin logré conquistarla este año, enano —podía ver una pequeña chispa de tensión entre nosotros. Maldito gigante—. Además, no es acoso, se llama cortejo. Pero túno lo entenderás porque ni el conserje te mira.