𝟴.

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Kiyomi

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Kiyomi

—Y dime, ¿qué te pareció? —me miró y pude sentir como mi alma cayó ante sus pies, con todo mi corazón. Estaba sonrojado, a más no poder, porque sus orejas estaban pintadas de un color similar o inclusive más intenso y su mirada huía de la mía con notoria vergüenza.

—Es bastante buena —quitó los cascos de sus orejas y me los entregó, aún sin mirarme—, ¿de dónde la conoces?

—Un vídeo de Facebook —rodó los ojos y se puso de pie, estiró su mano para ayudarme a imitarlo y la acepté, sin embargo, su mano se envolvió gentilmente en mi muñeca y tiró de mí hacia arriba—. Me gustó mucho, a pesar de ser lo que tú llamas “básica”. La canción me recuerda a tí... —solté sin esperar una respuesta de su parte. Desde la primera vez que la había escuchado, la repetí una y veinte veces más, esperando que mi corazón dejara de latir tan fuerte por la imagen que se presentaba ante mis ojos. Sus ojos, su cara, su cabello, el olor que despedía, todo él...

—Vámonos —no soltó mi muñeca en ningún momento cuando comenzó a caminar, saliendo de la escuela, conmigo detrás; sentía calor en el rostro, en el pecho, en el estómago. Estaba anonadada y él ni siquiera parecía afectado, agradecía que no tomará de mi mano pues estaba sudando tanto de los nervios que lo más seguro era que resbalaría. Decidí enfocarme en otra cosa, cualquiera, como el hecho de que Kaburamaru colgaba de su maletín y que eso lo hacía ver como un pequeño niño.

—Obanai, ¿podríamos dejar esto para otro día? —negó con un movimiento de cabeza— Por favor —imploré, él continuó ignorandome. Quería creer que estaba concentrado en el camino, que no había ignorado una pequeña, casi inexistente, indirecta o que simplemente no había entendido la letra, a final de cuentas no todos sabemos inglés, ¿verdad?

All in the mind —susurró, apenas audible para mí, me miró por encima de su hombro—, ¿la conoces?

—Oasis, ¿Heathen Chemistry? Es el álbum que menos escucho pero sí.

—Escuchala cuando llegues a casa —ordenó, yo simplemente asentí, él regresó su vista hacia el camino—. Hoy debemos tener una lluvia de ideas o al menos saber cómo presentaremos la leyenda y qué información tenemos nosotros de ella. Después de que agrupemos datos, sabremos qué hacer y se nos facilitará el proyecto.

—De acuerdo —traté de contener un bostezo pero este escapó antes de siquiera poder detenerlo. Lo escuché reír por lo bajo, no sabía qué tan lejos estaba su casa, y pensar en caminar más de lo necesario sumaba puntos a mi agotamiento.

—Por favor, no te esfuerces de más. Tarde o temprano lo encontrarás, tu situación se resolverá, pero no exijas más de lo que tu cuerpo puede hacer —su pulgar acarició con suavidad la parte interna de mi muñeca—. No quiero que enfermes.

𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄 𝐀 𝐕𝐄𝐑 ⊹₊̇ ── 𝑖𝑔𝑢𝑟𝑜 𝑜𝑏𝑎𝑛𝑎𝑖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora