Capítulo 40

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{Pov Aarón}

Desperté e Izan ya no estaba a mi lado, miré al techo y con un suave cerrar de ojos recordé el intenso aroma de Izan. Podía volver a sentir sus manos acariciándome, y su suave piel sobre la mía... Me levanté y salí al pasillo para ver si lo veía pero no estaba allí. Después de volver a entrar a ponerme el batín, comencé a bajar las escaleras. Había muy poca luz y no se oía totalmente nada, pensé que Izan tal vez estaba en la habitación con Brandom hablando pero no se escuchaba nada... Seguía acercándome a la habitación de invitados pero no los oía.
Cuando estaba llegando, vi la puerta entre abierta, se veía la luz. Me pensé durante unos segundos si entrar o no... De repente se cerró la puerta del baño y me pegó un susto de muerte, era María con unas toallas en los brazos.
- ¡señor! ¡Me ha dado un susto de muerte!
- shhh!,
- ¿necesita algo?
- ¿a donde vas con esas toallas?
- como el Sr.Brandon ya se marchó vine a limpiar la habitación, así mañana ya lo tengo hecho. Pero si quiere me marcho y lo termino mañana.
- ¿Brandom se ha ido ya?
- si señor
- ¿sabes si Izan se ha marchado con él?
- del señor Izan no se nada
- esta bien Maria termina la habitación y márchate... - iba a salir al jardín a ver si estaba el coche de Izan pero un grito de la sirvienta me frenó de repente, me giré y la vi con sus manos tapándose los labios y las toallas en el suelo... Salí corriendo y llegué hasta donde ella estaba, mi cuerpo se quedó congelado... Pero solo por segundos me arrodillé delante de él y lo cogí entre mis brazos
- ¡¡¡llama a una ambulancia!!! ¡Vamos! - Lo abracé fuerte contra mi, y mis lagrimas empezaron a nacer y humedecer mis mejillas...
Se me estaba rompiendo el alma de verlo así, lo tenía entre mis brazos, con hematomas en la cara y partes del cuerpo, olía a semen y el rojo vivo de la sangre que cubría partes de su cuerpo realzaba el bronceado de su piel.
- mi amor no puedes dejarme ahora, ahora no - no había llorado así hacia años, mis lagrimas nacían automáticamente y de forma continua.
En poco tiempo me lo quitaron de los brazos y lo metieron en la ambulancia, salieron de la casa a toda velocidad y con la sirena puesta. Me quería morir, sin él no quería vivir.

Osadía codiciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora